domingo, 3 de mayo de 2009

REFLEXIONES

Algo más de un mes alejado voluntariamente de mi blog y alrededores. Resulta que un día, no sé cómo ni por qué, decidí dejar de escribir en este cubículo. ¿Desilusión? Seguro. Si algo en lo que pones parte de tu alma no progresa, termina por agotar. Quizás he puesto demasiada fantasía en esto. Prestidigitador de mis estadísticas, asumía como estancias, rápidas pasadas por la meta hasta que San Google me lo explicó. Aquellos que llegan a tu casa, son, la mayoría, hijos de la nada. Engordan tus gráficos de calorías vacías, como el alcohol. Llenan la panza pero no alimentan. Visitantes de verdad, de los que leen tus desvaríos, tienes muy pocos.

Renegué del medio porque daba todo lo que podía. ¿Acaso se puede pedir más al que lo da todo? Depende del objetivo. Si el objetivo es pasar por la vida como uno más, no. Claro que no. Pero en mi connivencia con la vanidad del halago pasaba las semanas en el limbo de las 25 visitas diarias como si fuera el objetivo a llegar. Y lo conseguía. ¿El último fin? Escribir en otro lado. Llegar a más gente, más visitas, más posibilidades de que alguien te diga. Tio, eres bueno, escribe para mi.

Cuando supe que los habitantes de mi blog pasaban por mi casa con la indiferencia de un lerdo, me enfadé. Terriblemente. Los buscadores mandan tráfico muerto, igual que la gente que pasa delante del escaparate de una relojería. Desde dentro tienes la sensación de que miran, pero pocos entran y menos aún compran.

Todo ello por pretender mejorar. Antes contaba historias, ahora quiero contarlas bien. Para ello, y sin una cultura lingüística, siendo un pésimo lector, arbitrario y poco dado a seguir el rumbo de lo establecido como bueno, lo que antes era pan comido se ha convertido en un galimatías en el que no sé si lo que escribo está bien o es una puta mierda. Quiero que quede constancia que he leído escritores consagrados que escriben mucho peor que yo, y que he leído en los alrededores de este blog, relatos magníficos que merecerían estar en los altares de la literatura.

Hay dos cosas que me apetece hacer. La primera, felicitar por su blog a mi querida Aliere, y decirla que acepto el reto y contestaré a su meme. Es tal la putada, que se me erizan los vellos pero cumpliré. La segunda, por mi querido y admirado Gustavo Tisera, que me sugirió que rematara el último post. Lo haré con el mejor humor que pueda.

Para terminar, deciros que no sé si el instigador seguirá instigando. Lo más probable es que no, pero con total seguridad, Martín seguirá escribiendo. Si alguno quiere seguir mis andanzas, encontrará la manera de hallarme porque yo seguiré visitando su casa.

A los que reciben mis relatos por email, que no se preocupen. Los seguirán recibiendo aunque cambie de nombre, de estilo o de sexo. Hasta que me manden directamente a la carpeta de spam.

Besos y abrazos para todos.