miércoles, 20 de febrero de 2013

COMO DECÍAMOS AYER....



Ya lo dijo el fraile después de 3 años de maco. Se incorporó a su cátedra como si nada hubiera pasado. Eso mismo hago, reincorporarme tal cual, como si hubiera sido el martes de carnaval  cuando escribí el último post.  Ya lo he dicho a alguno de vosotros que os habéis interesado por mi estado anímico: estoy sintiendo algo en las tripas que me inclina a volver a escribir pero no sé si será un virus estomacal pasajero o un parásito que pudiera prosperar en mis intestinos,  una tenia imaginaria en el apartahotel de los mondongos que se nutra de los desánimos y me devuelva esa necesidad casi febril de relatar. El tiempo resolverá.

Pero vayamos al grano.  Una historieta de las mías que, supongo,  tendrá cierta capa de herrumbre debido al escaso mantenimiento que ha tenido la maquinaria de narrar.

Abandonar el blog a su suerte no fue una buena idea, lo reconozco,  pero la vida toma derroteros inciertos, como la pareja de ases en el póquer que siendo la mejor jugada es con la que más viruta he palmado. Decidí escribir en formato largo y me aturullé en la página veinte. Mi negocio de importación y posterior venta de callicida para cabras resultó un fracaso porque éstos malditos animales, aún teniendo unos ojos de gallo del carajo, no se quejan y el cabrero que es ahorrador por naturaleza,  hace la vista gorda y no gasta una perra. 

Cómo gran aficionado al tinto de verano, gaseosa La Pitusa de gran carga carbónica y vino tetrabrik Cumble Gledos, que dice el chino que me lo suministra, contraje un problema de gases. Noté que me estaba excediendo  porque el amable tendero me regalaba un litro por cada 100 comprados, algo insólito en tiendas de origen asiático. Decidí acudir a mi farmacéutica de cabecera y me recetó aerored plus y abstinencia absoluta de burbujas, cosa que no logré del todo porque, si bien abandoné el summer tint, me decanté por la sidra Pedaleiros como remedio para solventar unos ligeros temblores de manos que me surgían al alba. Algunos meses después me di cuenta de que no me convenía tampoco porque los bramidos de las tripas no desaparecían, no evacuaba flato y llenaba yo solito el contenedor de vidrio varias veces a la semana. Demasiado trajín, pensé. 

 En estado de confusión, opté por la salud y me apunté a un cursillo de yoga subdural donde me enseñaron relajación de esfínteres,  estimulación prostática con dedo doble, -  algo que me resultó   incómodo puesto que tenía prolapsado el plexo hemorroidal y salía del gabinete a media altura, tipo mandril - , conversión de gaseoso a sólido, esa práctica basada en la fisión nuclear que consistía en la aplicación de electrodos de energía trifásica de 380 Volt, en  el abdomen. Se pretendía una ignición del metano en explosión controlada que dejaría únicamente un residuo similar al de la ceniza de un  habano del 4, evacuatorio por vía natural. No me convenció porque sentía ardores y quedaban unas pequeñas quemaduras que provocaban rechazo en las chicas del puticlub porque decían que tenía un sifilazo. Después de éstas   y otras mandangas que sirvieron de alivio para mi cartera pero no para mi problema volví al mundo de la farmacopea y después de probar varios remedios opté por la autogestión y empecé a mezclar comprimidos varios hasta que di con la fórmula. 3 aerored plus, 4 flatoriles  y 6 bismatroles  en ayunas con repetición  antes y después de las comidas en la misma dosis. Todo un éxito, oigan.  En aquel tiempo andaba yo ultimando un plan de negocio para una nueva empresa, una academia de estudios para muchachos poco aplicados con un nombre bien elegido, "Burrito Tu, Burrito Yo", que tuvo muy pobre acogida en las redes sociales en las que lo intenté promocionar, algo que no entiendo porque no hay mejor método educativo para chavales de bajo nivel cultural que ponerse a su altura. En fin, allá ellos.

A lo que iba, en ello estaba cuando un inoportuno incendio en la caldera de mi casa me obligó a cambiar el aparato. Por lo visto las calderas de gas no admiten otro combustible que el que recomienda el fabricante, vaya tela. Yo, consumidor responsable y reciclador pertinaz vertía en el quemador el aceite sobrante de la freidora que daba una llama mucho más luminosa y un ambiente cordial de churrería de pueblo que hacía las delicias de mis vecinos que me aplaudían la cara nada más salir del portal. Dentro del mismo las peleas estaban prohibidas. La portera, Doña Gumersinda Pelanabos, mujer enjuta con el pectoral liso como espalda de guitarra, no se sabe con certeza si por no haber desarrollado el tetamen  o por no conocérsele varón que le aliviara el pronto, domina el palo de escoba con la maestría de un samurai  y no permite riñas dentro de la finca porque coge mala fama, los pisos bajan y se rebaja su comisión en la compraventa cuando es ella quien los enseña.

El día de la sustitución, hubo un corte de agua en el edificio por motivo de un atasco de origen incierto aunque todos sabemos, por los alaridos del patio,  que el inmenso Pepe Zamburiña había, por fin, obrado. Gran aficionado al marisco pero económico  como pocos,  consume nécoras, centollos y bueyes sin pelar lo que sin duda le produjo una obturación colorectal de la que consiguió librarse en el momento menos oportuno. Ya le advertimos los amigos. ¡Paco, no te comas la cáscara de los mariscos que un dia te la preparas!  y él contestaba ufano. ¡Que lo dicen por la tele, que es en la piel donde está el alimento!  Y así le fue. Con la nueva caldera instalada, a la hora de llenar el circuito, junto con el agua se produjo una masiva entrada de aire en la instalación que hacía que aquello no calentara. Purgas y más purgas, todo inútil hasta que vi la luz. Vacié todo el caudal, abrí uno por uno los tapones de los radiadores, introduje la fórmula mágica que tan buenos resultados me había proporcionado pero multiplicada por cinco y procedí al  llenado. Al principio el agua circulaba con dificultad pero una vez disuelto el pildoramen  todo fue como la seda.  De ahí a montar mi empresa reparadora tardé lo que una paloma en estercolar tu coche recién lavado. Tres meses de éxito con el eslogan más impactante jamás creado.  SI TE SUENAN LOS RADIADORES NO TE TOQUES LOS COJORES. LLÁMAME.

El motivo de la quiebra no fue por problemas técnicos ni de clientela, sino de mi doctora del seguro que se negó a recetarme 200 cajitas a la semana de los productos que utilizaba, esa bruja adicta a la coca light seguro que gastaba más que yo. La otra solución, comprarlos sin receta resultaba demasiado onerosa para mi cuenta de resultados por lo que opté por el mutis, cosa fácil porque pertenecía a la generación SIN. Sin papeles, Sin IVA, Sin seguro.

Un tiempo después, algo desorientado en lo laboral me apunté a un curso del INEM con un futuro prometedor. ANALISIS Y ELIMINACION DE VIRUS PARA GRANDES SUPERFICIES. ENTORNOS OPERATIVOS:  V.I.M., A.J.A.X. y Z.O.T.A.L. Cuando vi que el material que suministraban no era un ordenata Ultimate Generation sino un mocho del tamaño de una jarapa alpujarreña, me empecé a mosquear. Después de un mes de aprendizaje y viendo que se me resentía la riñonada abandoné el  curso con gran disgusto de mis tutores que me obligaban a hacer prácticas en sus respectivos domicilios. No hay mal que por bien no venga. El pausado movimiento circular que imprimía al friegasuelos me dio una pericial sin igual para menear la masa de los churros, algo fundamental para conseguir una textura sedosa. Ahora mismo he montado un negociete de venta de churros y  porras calentitos por la internete  pero hay un problema que tengo que resolver. Para conservar el calor pongo una base de serrín de encina al que alimento con un chorrito de alcohol. prendo una esquina y eso dura días a temperatura óptima pero no encuentro agencia que me lo transporte porque dicen que ahumo las demás mercancías. Bobadas, pienso yo. ¿Acaso no es más caro el salmón ahumado que el fresco? Pues lo mismo que las naranjas, coño, y es que no tienen visión de negocio. Si alguien me puede dar una solución apañada de precio será bien recibida. Si es que alguno conecta  porque después de tres años de maco epistolar esto estará yermo, como el flis de mi portera.
Bye