lunes, 4 de agosto de 2014

GASTRONOMIA MODERNA Y OTRAS PUÑETAS ( 2 y FIN)

No pensaba continuar la murga del post anterior pero me quedó un regusto raro, ese que se instala en las amígdalas después de una caldereta nocturna en las fiestas de un pueblo donde mezclas sangría de procedencia extraestelar, cervecillas calentorras del híper y algún destilado desconocido convenientemente mezclado con casera cola. Si para rematar te amorras una faria, ten seguro que tu desayuno será el agua de la ducha que sorberás directamente de la alcachofa cual dromedario en oasis. Pero vayamos al grano que no tenemos todo el día.

Comenzamos con los fastuosos menús degustación. Si voy a un restaurante y me ofrecen uno, siempre digo no, pero hay algo peor: los mejores restaurantes patrios basan su oferta en ésta fórmula y no puedes salir de ella. Tuve la oportunidad de ir al Bulli y gastarme los pertinentes 350 pavos pero cuando vi la carta en internet se instaló en mí  una hartura que me tuvo dos días a purgantes. Cuarenta platos, por pequeños que sean, es comida suficiente para crear un bolo fecal  del tamaño que excretan los hipopótamos en la charca después de jalarse noventa kilos de forraje. ¿Es normal tardar cinco horas en comer? ¿Has hecho la digestión de los veinte primeros cuando afrontas el segundo round y has dejado espacio  para el resto,  o bien se acumula todo para el final y necesitas un kilo de almax? Estas y otras preguntas se las podrá contestar quien haya estado, pero tenga la seguridad que hablará de la experiencia y la calificará como todo gastromoderno de ¡ ESPECTACULAR !  Cambien la palabreja que está muy gastada. Se me ocurre ¡GGGNÍFICO! , quizás pueda aportar algo al pijerío comidista y me den un premio. Si fuera así que sea en efectivo, plis.

Otra de las cosas que miro con recelo de segurata en aeropuerto es el vino. Recuerdo una comida en Portugal, sitio fino filipino, se acerca el somelier disfrazado de Richelieu, a su lado un chiquito de unos dieciocho vestido de monaguillo. El jicho en cuestión con todo tipo de cordones dorados, una concha de plata colgada del cuello y el sacristanillo con probeta, mechero y otros adminículos de difícil clasificación. Solicité, previa consulta,  un buen vino portugués, el camarero de sala me tomó la comanda y estaba a la mitad del segundo plato cuando todavía no me habían servido ni la probatura del vino. Lo olfatearon, miraron al trasluz de una vela, degustaron en la concha, examinaron el color repetidas veces, olisquearon el corcho, lo olisqueé yo. Al cabo de un rato, mosqueado,  les mandé a la bosta y marcharon cabreados cual vaca sin ordeñar. Al final, el vino casi entero y la cuenta de lipotimia. Me llevé el vino al hotel y lo bebí  a morrillo. Me supo a gloria. Hay mucho gilipollismo en torno al vino. Si bien se han logrado cosas importantes, como que se pueda beber bueno en la totalidad de las regiones, perdón autonomías, próximamente federaciones, que vaya usted a saber en qué cojones consiste eso que a mí no me lo han explicado, pedir vino en un restaurante es ya una cuestión de fe. Salvo profesionales que todo lo catan y anotan es imposible conocer todas las referencias que hay, no sólo en España, sino de una sola comunidad. Lo peor es que habiendo aumentado la calidad en lo que de verdad se nota el esfuerzo es en el precio.  Le recomiendo un jumilla de Telesforo Pandereta que  en su finca de los cojoncillos del obispo, tierra arcillosa a 600 metros de altitud, clima mediterráneo con brisas provenientes del mar, sin salinidad evidente,  ha hecho un  crianza del 2010, 6 meses en barrica que ha salido buenisssmo. Hecho, 48 pavos, 10 para Telesforo y el resto para el resta. Ha bajado bastante la venta de vino. Nos ha jodido con esos precios....Haga Vd. el ridículo, siéntase y pida una referencia clásica, un Protos de la ribera o un Muga de Rioja y notará esa mirada de desprecio interior con la que miran los farmaceúticos del opus a quienes piden una cajita de condones. Y es que ya no eres nadie si no apuestas por valores inciertos y de nombre raro., Bitch (puta),  Cojón de Gato, El perro verde, Qué  bonito cacareaba, Teta de vaca, Follador,  De puta madre,y en este plan. Se acabaron los Marqueses en la vinoteca patria. Pida un Murrieta si tiene huevos en lugar de moderneo y le mirarán de frente y perfil aseverando en su integrismo vacuo que es vd.  más antiguo que el corbatín de Manolete. Y yo me pregunto: ¿Si quieren vinos con nombre impactante por qué no entran a degüello y se arriesgan a la excomunión? Sugiero algunos avisando de antemano que cobro royalties. Nigromante Masturbante, Papá me la pela, Eres tonto Capullo, Este vino es una mierda,  Estimulación de Próstata (Ideal gays) o ClítoriX. Tengo más pero por hoy es suficiente, mi becario no da abasto.

Y por último los aditivos modernos. Entre alginatos, gelificantes asiáticos, estabilizantes y demás puñetas,  platos y postres que parecen salidos de  una peli de ciencia ficción gustan a rabiar a  propios y extraños. Yo lo tengo claro. Cuando no sé cómo se ha podido hacer semejante cosa es que lleva aditivos y colorantes a cascoporro. ¿Es eso malo? Seguro que no puesto que están autorizados por la autoridad competente, pero que quieren que les diga, prefiero una tarta Sacher de toda la vida que la recreación del bosque animado  de Wenceslao en versión miniatura. Y me sale mucho más barato.



Es la hora. Me voy a tomar un blanquito de Rueda y una latita de mejillones en escabeche. Dejo al becario a los mandos.