jueves, 13 de noviembre de 2014

EL JERSEY QUE ME REGALASTE



Estupenda Fabiola:

Ayer vi en un bar algo que me recordó a ti. Había en la entrada un cartel que rezaba: 

TENEMOS LA CERVEZA MAS FRÍA QUE EL CORAZÓN DE TU EX

 Se me pasaron las ganas de tomar cañas y pasé de inmediato al vermú. Tomé varios hasta el punto de enchisparme, cosa que no sucedía cuando estábamos juntos allá en el pleistoceno, se me antoja, aunque sólo hayan pasado unas semanas. Llegué a casa amodorrado y sin mayor inconveniente me ensobré hasta las ocho de la tarde. Desperté con hambre, abrí una lata de atún y lo coloqué en un bollo de pan abierto por la mitad con todo su aceite. Añadí cebolleta en juliana, pimientos asados en la bandeja del horno que no pienso limpiar hasta que la capa negra precise de pirólisis, y un par de cucharadas de alioli, que tan apestoso te parecía. Manché la tabla de olivo que me regalaste por mi cincuenta cumpleaños y dejé que la madera absorbiera la grasa premeditadamente y me aseguré que quedara una mancha permanente, casi imposible de limpiar salvo lijando y noté en ese acto pueril una rara satisfacción. ¿Por qué me regalaste una tabla de cortar si no me permitías hacerlo? Si picaba cebolla  quedaba olor a cebolla, si puerros a puerro, si zanahoria manchas naranja, si trinchar un pavo restos de aceite, si ajo, ¡Qué decir del ajo! , querida draculina, Picar ajos en la tabla de olivo de cincuenta pavos era sacrilegio mayor que ciscarme en tu madre que en gloria esté. Es para amasar panes, decías, sólo para amasar. Qué sepas que ahora que te fuiste con el munipa que te quitó aquella multa y al día siguiente elevó mi estatura el metro y medio que miden los cuernos de un ciervo de ocho puntas, clavo la punta del cuchillo cebollero cuando termino la faena. Si, Fabiola, tengo el churi japonés cual estoque en agujas hincado en todo el medio. Imagina la escena y  aléjate de la porcelana. Devoré el bocata ese día que estrenaba el jersey morado con el que me obsequiaste por Reyes y al que daba largas por no ser mi color favorito aunque dijeras que me quedaba dabuten. No fue una buena idea , lo reconozco, ya que un denso chorro escapó entre las rebanadas y cayó en la pechera llegando hasta el ombligo de ese jersey en el que te gastaste media extra. Llegué con premura a la tintorería de guardia y acabo de recogerlo. Tengo que comunicarte que le han salido bolas. Lo digo por si quieres devolverlo, recuperar tu dinero y así quedamos los dos tranquilos, tú con tu pasta y yo alejado de la prenda que tanto odio.

Mío que ya no tuyo:

Manolo.