martes, 1 de julio de 2008

CITAS A CIEGAS

Nunca uso material ajeno. Si de algo puedo presumir es de la originalidad de mis textos. He suprimido párrafos enteros, algunos de gran efectismo cómico o dramático (según mi ladina portera en busca de propina), por el hecho de haber copiado la idea, que no el texto, de algún autor de mi preferencia.

Es por ello que no cito a otros en mis escritos ni uso ideas mangadas. Considero las citas sistemáticas como una forma de eludir la reflexión propia, un formato de empanadilla que pretende mostrar la inmensa cultura del columnista – o escritor- , poniendo una levadura química que incrementa la masa pero no siempre aporta , me aturde muchas de las veces por no conocer al citado ni su obra, salvo excepciones, y me deja el regusto leñoso y dulzón del paloduz ante la ignorancia propia y la admiración sospechosa del que maneja de cabeza tanta erudición que bien podría ser meramente enciclopédica o simplemente falsa. (*)

Pero el asunto vende. Raúl del Pozo, rey de la columna, marranalla en la jet, golfista en verdes tapetes. El fallecido Umbral, amante imaginario de ninfas reflejadas en hielos dorados de whisky. El académico Marías, profesor semanal de ética para huevones. Arcadi Espada, primo putativo de Pedro J. El histriónico Dragó y tantos... Lecturae interruptus, búsqueda inútil de la fuente y aceptación de mi vasta incultura. Algunos de mis columnistas preferidos y muchos otros se quitan de un plumazo el plomazo de inventar y me dejan a medias. Por una vez no seré menos.

Hace unos años sufrí un inconveniente sanitario que me dejó durante varias semanas con los dos brazos enyesados, manos incluidas. Pasaron los días y aquello que parecía lánguido, tomó forma ortogonal. D. Miguel Pichola de Alvariño, ya relató en su “Manual para onanistas mancos” que la masturbación emocional es más placentera que la mecánica, o de manubrio. Solo se necesita concentración, un objeto de deseo y un aprendizaje sencillo. Me instruí en las técnicas de compulsividad prostática con ayuda de un penthouse pero no podía cambiar de página. Lo levantaba entre mis muñones de escayola y al dejarlo caer se posaba invariablemente en el crucigrama. A otra cosa. Acudí a las fuentes del maestro Indio Mingam Durana y su “Sexo tántrico”. Hay que retrasar la eyaculación tantas veces como se pueda. Después se producirá un orgasmo sin pérdidas que podrá ser múltiple y enormemente placentero. ¿Retrasar la eyaculación? Si yo pudiera eyacular no necesitaría el tantra sino un buen tramo de papel higiénico. La tormenta pasó porque los purés de calabacín con apio que tomaba con pajita no me aportaban energía ni para un cuesco.

Libre ya de yesos inicié una rehabilitación que consistía en elevar pequeños pesos, mover las muñecas y ejercitar los dedos que habían perdido gran parte de su función y no valían siquiera para el aseo nasal en los semáforos. Aquello era largo y tedioso. Recordé entonces haber leído un escueto manual del célebre doctor venezolano Reynaldo Washington Manirroto, “Recuperación acelerada de lesiones óseas carpianas afectadas por desplazamiento de los huesos sesamoideos dentro del conjunto de las estructuras metacarpofalángicas de manos humanas y de simios antropomórficos” Decia así: (Texto íntegro)

Tome una pelota de tenis y apriétela tanto como pueda.

Aquello funcionó. No solo recuperé el movimiento habitual en tiempo record, también conseguí la disciplina que me faltaba para ser constante en mis proyectos. Saqué el graduado escolar a la temprana edad de 28, estudié por correspondencia el curso de radiotelegrafista de buques fantasma y me coloqué, pero no encontré trabajo. Trece latas de cerveza diarias y unos combinados fueron suficientes para dejarme al margen durante un largo tiempo. Sir Gordon Iamdrunk, en su disertación “El alcohol etílico: no haga caso de los médicos” afirmaba que no se debe considerar abuso perjudicial para la salud aquel que permite llegar a la cama por los propios pies, aunque sea ayudado del prójimo. Las cuatro úlceras de duodeno que sufrí debieron ser producto de una mala alimentación sólida dada mi afición desmedida por los melocotones.

Todo aquello pasó. Ahora sigo los consejos del gran Roque Fulero. Para vivir como un rico debes robar a los pobres. Para vivir como un pobre no robes nada. No hay peor cosa que estar preso por ser gilipollas.


* La cita como costumbre en columnas periodísticas o novelas. Es válida en ensayos y siempre que esté documentada.

lunes, 23 de junio de 2008

CHIFLADOS DICHARACHEROS



El Viernes fui a mi médico de familia para que me firmara unas recetas. Estaba en una silla esperando mi turno cuando apareció un doctor que no era el mío. Por el tono anaranjado de la piel y el acento, supuse que era valenciano. Leyó mi nombre en segundo lugar y cuando era mi turno entré en la consulta.

- Buenas tardes, doctor.
- Buenas tardes. ¿Cómo se llama?
- Chencho. Chencho Cochambre.
- No está en la lista. Salga, por favor y pida cita para otro día.
- Me acaba de nombrar, Crescencio Cochambre Cachorro, pero todo el mundo me llama Chencho.
- Le digo que no le bicheo. Marchena, Chavi, .. no está en la lista.
- Es que está mirando el Marca y eso es la lista de la selección de fútbol.
- ¡Che chaval!, vaya chasco. Si.. ya le encuentro. Usted dirá.
- Venía a por mis medicinas. Colchimax y colchicine. Estoy chungo de la gota.
- Tomas muchas?
- Un chorro de ellas.
- Tiene que dejar el chorizo, el salchichón, nada de chacinas; de charcutería, solo queso fresco y chicha de york, aah, nada de chocolate ni champanes.
- ¿Chacolí tampoco?
- Tampoco, y nada de chinchón o pacharán, changurros, chirlas y mariscos..
- Me está chafando el día. Voy a tener que meter chinas en el chusco de chapata.
- No se ponga cholo. Puede tomar lechuga, champiñón, alcachofas y cachelos. Tenga cuidado con el chicharro y el chivo, churrusque la carne de choto, nada de churros y evite el chachachá que tiene el pie como un churumbel.
- ¿De joven?
- De hinchado. Use chanclas y quítese las chirucas que se le van a poner los juanetes como chicharrones.
- ¡Me está chocando la chola con tanta che!
- Ha sido usted con ese nombrecito, Don Chencho Cochambre Cachorro.
- Chiquilicuatro
- ¡Su chucho!
- De tercero. Me apellido Chiquilicuatro de tercero.
- Chachi. ¿Y de cuarto?
- Guevara.
- Menos mal…
- ¡Como el Ché!
- La chingamos. ¿No será de Chile?
- No, soy chicharrero, del mismo Lanzarote, pero vivo en Chamberí
- No me lo diga, déjeme que acierte. Usted es chapista.
- Ya no. Hago chapuzas y chaperones pero tuve un chiringuito de chapa en Sanchinarro.
- ¿Y la chepa?
- De estar agachado como un chucho.¿Me da la baja?
- Ni de chiripa. Chínchese, chalado.
- ¿Por lo menos me dará las recetas?
- Chi, che las doy, chupón. ¡Leche, este chancho me está chinando¡ Ahí tiene. Despachado.
- Adiós, chupatintas.
- Chao, chufletero

Cuando salí estaba cayendo un chaparrón. Me puse el chubasquero, me calé la chapela y me fui hasta el chiringuito de Chimo.

- ¡Hombre Chencho, ¿un chorrito de Chivas?
- No. Una horchata, aunque te suene a chufla.
- ¡Marchando un chato de chufa para Chencho!

Después de tantas chorradas me apetece un churrasco. Iré al Chistu.

sábado, 14 de junio de 2008

BEGIN THE BEGUINE


Cierro los ojos y veo espirales de luz dorada mientras cae el agua por mi cabeza. Los abro aunque el champú me haga llorar porque presiento que puedo perder el equilibrio. Siempre veo espirales doradas después de una mala noche, después de que el insomnio me haya martirizado hasta suplicar rodilla en tierra que un velo de luz del color de la mortaja de las pesadillas interrumpa la oscuridad de mi habitación y me devuelva a un nuevo día por el que deambularé medio sonado, como un boxeador grogui después de un combate que perdió a los puntos. Esas noches de largo recorrido donde la litera de mi vagón viaja obsesivamente por episodios del ayer, espera angustiosa del día en que empiece la partida en la se decidirá todo, sexos que saben a erizos de mar y amarguras jamás confesadas se asoman. Trigonometría de triángulos, vértices como puñales, puntadas en el corazón, remiendos en las tripas. Pongo la radio y suena Cole Porter y su Begin the beguine. Tengo que volver a empezar pero el beguine no es un comienzo sino un baile. Que empiece el beguin, que siga el baile. Bailaré sobre la tumba de mis desvelos, lo juro.