miércoles, 9 de septiembre de 2009

RESOLUCION

Esta mañana, en la sala de un velatorio, con la trapa de su mirada recién echada y el sillón de cuero ardiéndome en el culo, decidí seguir entre vosotros.

Cambié el asfixiante aire acondicionado por la fresca calima africana del mediodía. Busqué sombra en un banco al pie de una farola y allí, en esa media distancia que hay entre un sofoco y un alivio, vi a aquellos a quienes de verdad nos importaba el muerto y pensé que ese puñado era una turba. Nunca tan pocos abultaban tanto ni los susurros eran tan ruidosos.

Vosotros, mi multitud, me habéis animado a seguir y así será. Sacaré de la caja las herramientas que lo controlan, dejaré de mirar la procedencia de mis huéspedes y haré de mi blog un disfrute sin más obligación que no tenerla, pero dejadme empezar de cero.

Soy un vago miserable. Me cuesta esforzarme y lo que escribo me desazona. No es literatura, es un estilo de ser. Espero que no me tengáis en cuenta la abundancia ni la escasez.

Vuestro afectísimo.

Martín

domingo, 3 de mayo de 2009

REFLEXIONES

Algo más de un mes alejado voluntariamente de mi blog y alrededores. Resulta que un día, no sé cómo ni por qué, decidí dejar de escribir en este cubículo. ¿Desilusión? Seguro. Si algo en lo que pones parte de tu alma no progresa, termina por agotar. Quizás he puesto demasiada fantasía en esto. Prestidigitador de mis estadísticas, asumía como estancias, rápidas pasadas por la meta hasta que San Google me lo explicó. Aquellos que llegan a tu casa, son, la mayoría, hijos de la nada. Engordan tus gráficos de calorías vacías, como el alcohol. Llenan la panza pero no alimentan. Visitantes de verdad, de los que leen tus desvaríos, tienes muy pocos.

Renegué del medio porque daba todo lo que podía. ¿Acaso se puede pedir más al que lo da todo? Depende del objetivo. Si el objetivo es pasar por la vida como uno más, no. Claro que no. Pero en mi connivencia con la vanidad del halago pasaba las semanas en el limbo de las 25 visitas diarias como si fuera el objetivo a llegar. Y lo conseguía. ¿El último fin? Escribir en otro lado. Llegar a más gente, más visitas, más posibilidades de que alguien te diga. Tio, eres bueno, escribe para mi.

Cuando supe que los habitantes de mi blog pasaban por mi casa con la indiferencia de un lerdo, me enfadé. Terriblemente. Los buscadores mandan tráfico muerto, igual que la gente que pasa delante del escaparate de una relojería. Desde dentro tienes la sensación de que miran, pero pocos entran y menos aún compran.

Todo ello por pretender mejorar. Antes contaba historias, ahora quiero contarlas bien. Para ello, y sin una cultura lingüística, siendo un pésimo lector, arbitrario y poco dado a seguir el rumbo de lo establecido como bueno, lo que antes era pan comido se ha convertido en un galimatías en el que no sé si lo que escribo está bien o es una puta mierda. Quiero que quede constancia que he leído escritores consagrados que escriben mucho peor que yo, y que he leído en los alrededores de este blog, relatos magníficos que merecerían estar en los altares de la literatura.

Hay dos cosas que me apetece hacer. La primera, felicitar por su blog a mi querida Aliere, y decirla que acepto el reto y contestaré a su meme. Es tal la putada, que se me erizan los vellos pero cumpliré. La segunda, por mi querido y admirado Gustavo Tisera, que me sugirió que rematara el último post. Lo haré con el mejor humor que pueda.

Para terminar, deciros que no sé si el instigador seguirá instigando. Lo más probable es que no, pero con total seguridad, Martín seguirá escribiendo. Si alguno quiere seguir mis andanzas, encontrará la manera de hallarme porque yo seguiré visitando su casa.

A los que reciben mis relatos por email, que no se preocupen. Los seguirán recibiendo aunque cambie de nombre, de estilo o de sexo. Hasta que me manden directamente a la carpeta de spam.

Besos y abrazos para todos.

viernes, 6 de marzo de 2009

CONTAGIOS FAMILIARES

Cuentan que si todo el mundo te abandona, siempre podrás contar con alguien de la familia, ese ente que arropa mendrugos, tapa falacias y alborota notarías. Son muchos los beneficios de formar parte de una familia extensa, también muchos los inconvenientes, pero de todos ellos el peor es el contagio.

Hace años que mi primo Abundio matrimonió con hembra sana, dentadura completa y osamenta sin quiebra a la que sometió a un chequeo preventivo antes del casorio por si hubiera oculta alguna enfermedad silente, dado que había antecedentes familiares de males congénitos, pero del laboratorio salió una nota de su amigo el Dr. Toliga que decía:


INFORME MÉDICO

El estudio fisiológico realizado con analítica completa, RM, RX, TAC craneal en plano axial potenciado en T2 y DP, coronal escalado en FLAIR y ginecológico manual con tacto extenso en vagina y útero con lubricación espontánea, presenta una morfología normal excepto en el plano genital donde demuestra hiperactividad circulatoria y sobreexcitación por referir actividad sensitivo-motora en el mismo clítoris.


CONCLUSIÓN:
Tu jaca está sana como un choto pero es más puta que las abubillas.



Así las cosas, se celebró la boda, dejó de hablarse con su familia por un grave asunto hereditario sobre una mesa camilla de 90 sobre el que pelearon las cuñadas, y pasaba las tardes de los domingos con su suegra y las hermanas de su mujer jugando divertidas partidas de brisca, degustando rosquillas y sorbiendo vino de misa que no tardó en provocarle una diabetes ya que de la copita para jerez, paso directamente a amorrarse a la garrafa y aguantar la respiración hasta que le salía por la comisura un hilillo que daría la comunión a siete curas en la misma misa.

Pronto llegaron los niños y con ellos las fiebres. Si uno se acatarraba, los demás le seguían, si otro enfebrecía, todos se calentaban. Pero lo que empezó siendo cosa de niños no tardó en pasar a mayores. En los cinco últimos meses, la mujer de Abundio enfermó de escarlatina, anginas y cagalera por contagio con su familia.

Abundio evitaba el mal suprimiendo besos, no probando viandas ni bebidas ajenas y sobre todo, alejándose de criaturas meadas, biberones sucios y chupetes infectos. Harto de cuidar de su mujer, decidió sin consenso suprimir las visitas a casa de su suegra, salvo causa de fuerza mayor y ambos pasaron una temporada libres de microbios.

Hace unos días recibió una llamada de su cuñado en la que le pedía el favor de hablar con su amigo el farmacéutico porque le escocía el mango después de haber estado con una meretriz que lo tenía rubio y que por las señas que le dio no era por el agua contaminada del Danubio sino por querencia excesiva al manubrio.

Ya en casa, Florita, inquieta en el sillón relax, movía frenéticamente índice y corazón simulando una circunvalación por aliviar el prurito, renegando de aquel pito, cuando Abundio llegó y la encontró de tal guisa.


- Se puede saber qué te pasa?
- Pues no lo sé. De repente he notado un picor y un escozor?
- Ahh mala mujer. Tu has estado en casa de tu hermana, ¿verdad?
- ¿Cómo lo sabes?
- Me ha llamado tu cuñado y tiene los mismos síntomas. Seguro que le habrás dado la mano o le habrás besado la cara, ¿A que sí?
- Si, claro, como siempre..
- ¿ Y no te ha dicho que le han pegado unas purgaciones?
- No, no me ha dicho nada.
- El muy cabrón. Ya verás cuando le pille. Se va de putas, se contagia y luego no tiene reparo en tocar o besar a otras, con lo contagioso que es eso. La próxima vez que tenga gripe voy a ir sin avisar y les voy a besar a todos. Así se tengan que meter una semana en la cama.
- Me asustas, hombretón.
- Es que cuando me da el nervio no me conozco ni yo.