Desde que salí del trullo mi vida no ha ido bien. La verdad es que la condena no fue excesiva, dos años, pero multiplicados por siete delitos me cayeron catorce y un día que, por buena conducta, trabajar limpiando retretes y pelotear a los guripas, todo quedó en ventisiete meses al abrigo del estado, que me acogió como a un hijo, de puta, que es lo que era.
Allí me reformé, tuve acceso a una buena educación, con especial énfasis en falsificaciones y tramas financieras de blanqueo de capitales y salí dispuesto a reincorporarme a la sociedad como hombre de provecho.
Una vez en la calle dediqué todo mi tiempo a investigar los métodos de trabajo de la mafia albaceteña y llegué a la conclusión de que debería ser un negocio sin sangre, porque si se derramaba, habría perdido a un cliente y no era cuestión de eliminar activos en el startup de un bisnes de primera.
La idea era simple, pero eficaz y lucrativa. Una empleada de muy buen ver tropezaba con los agentes de aparcamiento regulado y les colocaba un minúsculo GPS que vía GSM, WAP o 3G emitía una señal helicoidal de baja frecuencia (No superior a 3 Mhz) que se recepcionaba en un PDA o SMARTPHONE que el cliente me había alquilado por horas y le indicaba la posición exacta del individuo a través de cartografía T.ATLAS de NAVTEQ y podía llegar a tiempo de cambiar el ticket y se ahorraba la multa.
El negocio creció como la espuma y los beneficios de color los desviaba a través de un denso entramado de empresas a una cuenta de las islas Poorme del pacífico sur. Al cabo de un tiempo abandoné el negocio porque el dichoso banco, de tan secreto, no proporcionaba tarjetas de crédito y tenía que coger cuatro aviones cuando necesitaba money para los gastos de bolsillo.
Desocupado y ocioso, pasé varios años dilapidando mis ahorros, pero mi vida se tornó de un color violeta, como de semana santa , y deprimido busqué consuelo en el profundo mundo de la psiquiatría.
Me informé convenientemente porque en los últimos meses, mis pequeños vicios habían crecido hasta alcanzar el tamaño de un gorrino capón de los que se utilizan para hacer chorizos en Cantimpalos y aquí me encuentro, en la consulta para averiguar si lo mío tiene remedio.
- Tengo una cita con la Psiquiatra Marita Memata.
- Pase, que le está esperando.
En contra de lo que creía no encontré ningún diván donde acostarme y lejos de tranquilizarme, me pareció una grosería que por ciento cincuenta euros que me costaba la sesión, no pudiera, al menos, echar una cabezadita.
- Vd. dirá. ¿Cuál es su problema?
- Que soy adicto al chocolate.
- ¿De fumar?
- No, de comer.
- ¿Y, cuanto consume al día?
- Seis o siete.
- No creo que se pueda considerar un problema grave comer siete pastillas de chocolate al día, pero tiene que controlar la glucosa en sangre.
- Tabletas, seis o siete tabletas de Nestle extrafino, con decirle que se las compro directamente a fábrica.
- Bulímia compulsiva. Lo más probable es que haya que indagar un poco en su pasado. ¿Ha sufrido alguna otra adicción?
- Pues le enumero. Con dieciocho años empecé a beber y a los treinta tenía el hígado fuagrás. Me dijo el médico que una copa más y evitara la incineración porque iba a costar un dineral.
- Alcoholismo. Siga, por favor.
- Dejé el alcohol y me encontraba vacío, sobre todo de dinero y empecé a robar a manos llenas. Nada era suficiente, porque mangar me producía un gran placer y al mismo tiempo era necesario ya que me lo gastaba todo en las tragaperras y el bingo.
- Cleptomanía y ludopatía. ¿Cómo consiguó dejarlo?
- Señora, yo nunca dejo mis vicios, son ellos los que me dejan a mi. En este caso, la cárcel no es un sitio muy recomendable para apropiarse de lo ajeno y le aseguro que en el patio no hay maquinitas. Luego, con el aburrimiento comencé a fumar y al cabo de unos meses me soplaba cuatro cajetillas de ducados.
- Tabaquismo. Vaya carrerón que lleva, amigo.
- Tuve una neumonía que casi me lleva al huerto y dejé el tabaco, y como lo echaba de menos, empecé a fumar algunos porritos , les cojí el tranquillo y al final estaba colocado todo el santo día. No fumaba tabaco, pero la sensación era, digamos, más tranquilizadora. Como estar en un prado verde, siendo vaca, rumiando y durmiendo. Lo que se llama, tener una vida muelle donde vas del colchón al sillón sin más preocupación.
- También toxicomanía. ¿Qué tipo de cannabis fumaba, sátiva o índica?
- Marijuana con hortalizas. Florencio, el que cultivaba la huerta, tenía escondidas unas plantitas y cuando las secaba, las mezclaba con un poco de repollo y eso echaba tal peste que además de disimular el olor característico, ni los guardias te querían a su lado. Un gran invento el de Florencio.
- ¿Algún otro vicio inconfesable?
- Probé la cocaína, pero lo dejé al poco tiempo porque un día me sorprendí esnifando la harina de almortas con la que hacía las gachas y eso me producía grumos en la pituitaria. Fue entonces cuando la conocí y me enganché al sexo.
- ¿Conoció a quién?
- A Purita, una prostituta vocacional que me llevó por el mal camino. En su afán por conseguir clientes vendía un bonosexo de diez servicios, como el bonometro, con un descuento importante. Al principio me duraba una semana, pero con el paso del tiempo, gastaba uno diario.
- ¿Hacía el amor diez veces al día?. No me lo creo, es un fantasma.
- Disculpe, es que debe ser una reminiscencia de la época en que mentía compulsivamente. Al final, conseguí reformarme por desgaste.
- Por desgaste de energía, supongo.
- No, por desgaste de miembro, de tanto usarlo. A partir de ese momento empecé a tomar chocolate, y aquí me tiene, uno sesenta y ciento veinte kilos.
- Bien, lo primero vamos a reducir esa ansiedad tomando unos ansiolíticos. Una pastilla por la mañana y otra por la noche. Tiene para un mes. Antes de ese tiempo, pida hora y veremos como evoluciona. Por favor, llámeme si nota algún síntoma adverso.
Pasaron tres días y llamé a la Psiquiatra.
- ¿Doctora Memata? Soy Aberlado Pichardo, que he dejado el chocolate, pero quería pasar por su consulta a ver si me daba unas cuantas cajas de esas pastillitas tan buenas..
8 comentarios:
jajajaja muy bueno!! me ha gustado :)... una cosa, no eran los vicios los que le dejaban a él?
Vaya, tiene que ser complicado curar una enfermedad como esta... lo raro es que no haya muerto de sobredosis el hombre...
besos!
¡Madre mía qué dominio de las bajezas humanas! No te has dejado ninguna atrás. Pobre hombre ( o pobre albondiguilla, según la descripción ). Me da pena la doctora Memata, con ese nombre está pidiendo a gritos el encabezamiento de una larga lista de crímenes en serie ¡Ya sólo le falta eso al tío!
Un abrazo múltiple por el buen rato que me has hecho pasar.
¡Bravo! Muy bueno, has hecho que me ría un buen rato.
La descripción de estar todo del día fumado no tiene desperdicio.
"Como estar en un prado verde, siendo vaca, rumiando y durmiendo. Lo que se llama, tener una vida muelle donde vas del colchón al sillón sin más preocupación."
Jajajaja... Sigue así.
Un saludo.
Belga_Seg: Efectivamente, pero todo tiene un límite. Es que estaba muy gordo y no cabía en el seiscientos.
Carmen: Gracias a ti, por leer mis desvaríos.
Segosex: Si te ha gustado la descripción, es porque algún porrillo habrás fumado, ¿No?
Un saludo a todos y con entretener o arrancar una sonrisa, me siento satisfecho.
Perdona, Sexoviano, confundí tu nick, pero es que los de Segovia sois muy vuestros para los nicks.
Tienes un conocimiento underground muy divertido... me lo paso estupendamente leyéndote, sinvergüenza...
Has superado el post anterior ;) Sólo con que la cuarta parte de la mitad de un sexto de lo que dices sea cierto, ya vas listo de papeles...
Muy divertido.
Publicar un comentario