No pensaba continuar la murga del post anterior pero me
quedó un regusto raro, ese que se instala en las amígdalas después de una caldereta
nocturna en las fiestas de un pueblo donde mezclas sangría de procedencia extraestelar,
cervecillas calentorras del híper y algún destilado desconocido
convenientemente mezclado con casera cola. Si para rematar te amorras una
faria, ten seguro que tu desayuno será el agua de la ducha que sorberás directamente
de la alcachofa cual dromedario en oasis. Pero vayamos al grano que no tenemos
todo el día.
Comenzamos con los fastuosos menús degustación. Si voy a un
restaurante y me ofrecen uno, siempre digo no, pero hay algo peor: los mejores
restaurantes patrios basan su oferta en ésta fórmula y no puedes salir de ella.
Tuve la oportunidad de ir al Bulli y gastarme los pertinentes 350 pavos pero
cuando vi la carta en internet se instaló en mí una hartura que me tuvo dos días a purgantes.
Cuarenta platos, por pequeños que sean, es comida suficiente para crear un bolo
fecal del tamaño que excretan los
hipopótamos en la charca después de jalarse noventa kilos de forraje. ¿Es
normal tardar cinco horas en comer? ¿Has hecho la digestión de los veinte
primeros cuando afrontas el segundo round y has dejado espacio para el resto, o bien se acumula todo para el final y
necesitas un kilo de almax? Estas y otras preguntas se las podrá contestar
quien haya estado, pero tenga la seguridad que hablará de la experiencia y la
calificará como todo gastromoderno de ¡ ESPECTACULAR ! Cambien la palabreja que está muy gastada. Se
me ocurre ¡GGGNÍFICO! , quizás pueda aportar algo al pijerío comidista y me den
un premio. Si fuera así que sea en efectivo, plis.
Otra de las cosas que miro con recelo de segurata en
aeropuerto es el vino. Recuerdo una comida en Portugal, sitio fino filipino, se
acerca el somelier disfrazado de Richelieu, a su lado un chiquito de unos
dieciocho vestido de monaguillo. El jicho en cuestión con todo tipo de cordones
dorados, una concha de plata colgada del cuello y el sacristanillo con probeta,
mechero y otros adminículos de difícil clasificación. Solicité, previa
consulta, un buen vino portugués, el
camarero de sala me tomó la comanda y estaba a la mitad del segundo plato
cuando todavía no me habían servido ni la probatura del vino. Lo olfatearon,
miraron al trasluz de una vela, degustaron en la concha, examinaron el color
repetidas veces, olisquearon el corcho, lo olisqueé yo. Al cabo de un rato, mosqueado,
les mandé a la bosta y marcharon
cabreados cual vaca sin ordeñar. Al final, el vino casi entero y la cuenta de
lipotimia. Me llevé el vino al hotel y lo bebí a morrillo. Me supo a gloria. Hay mucho
gilipollismo en torno al vino. Si bien se han logrado cosas importantes, como
que se pueda beber bueno en la totalidad de las regiones, perdón autonomías,
próximamente federaciones, que vaya usted a saber en qué cojones consiste eso
que a mí no me lo han explicado, pedir vino en un restaurante es ya una
cuestión de fe. Salvo profesionales que todo lo catan y anotan es imposible
conocer todas las referencias que hay, no sólo en España, sino de una sola
comunidad. Lo peor es que habiendo aumentado la calidad en lo que de verdad se
nota el esfuerzo es en el precio. Le
recomiendo un jumilla de Telesforo Pandereta que en su finca de los cojoncillos del obispo,
tierra arcillosa a 600 metros de altitud, clima mediterráneo con brisas
provenientes del mar, sin salinidad evidente, ha hecho un crianza del 2010, 6 meses en barrica que ha
salido buenisssmo. Hecho, 48 pavos, 10 para Telesforo y el resto para el resta.
Ha bajado bastante la venta de vino. Nos ha jodido con esos precios....Haga Vd.
el ridículo, siéntase y pida una referencia clásica, un Protos de la ribera o
un Muga de Rioja y notará esa mirada de desprecio interior con la que miran los
farmaceúticos del opus a quienes piden una cajita de condones. Y es que ya no
eres nadie si no apuestas por valores inciertos y de nombre raro., Bitch (puta), Cojón de Gato, El perro verde, Qué
bonito cacareaba, Teta de vaca, Follador, De puta madre,y en este plan. Se
acabaron los Marqueses en la vinoteca patria. Pida un Murrieta si tiene huevos
en lugar de moderneo y le mirarán de frente y perfil aseverando en su
integrismo vacuo que es vd. más antiguo
que el corbatín de Manolete. Y yo me pregunto: ¿Si quieren vinos con nombre
impactante por qué no entran a degüello y se arriesgan a la excomunión? Sugiero
algunos avisando de antemano que cobro royalties. Nigromante Masturbante, Papá
me la pela, Eres tonto Capullo, Este vino es una mierda, Estimulación de Próstata (Ideal gays) o ClítoriX.
Tengo más pero por hoy es suficiente, mi becario no da abasto.
Y por último los aditivos modernos. Entre alginatos,
gelificantes asiáticos, estabilizantes y demás puñetas, platos y postres que parecen salidos de una peli de ciencia ficción gustan a rabiar a propios y extraños. Yo lo tengo claro. Cuando
no sé cómo se ha podido hacer semejante cosa es que lleva aditivos y
colorantes a cascoporro. ¿Es eso malo? Seguro que no puesto que están
autorizados por la autoridad competente, pero que quieren que les diga,
prefiero una tarta Sacher de toda la vida que la recreación del bosque animado de Wenceslao en versión miniatura. Y me sale
mucho más barato.
Es la hora. Me voy a tomar un blanquito de Rueda y una
latita de mejillones en escabeche. Dejo al becario a los mandos.
1 comentario:
de donde eres,me encanta como escribes
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