miércoles, 21 de enero de 2009

CORRESPONDENCIA SIN FRANQUEAR

Estimada S.

Sobreponerse a una ruptura no deseada es similar al resultante de una patada en los testículos. En el acto caes fulminado, te retuerces de dolor, imploras alivio, el aire es plomo que impeles por tu garganta candada mientras por el vientre sube una ola caliente que te martiriza. Poco a poco, con el paso del tiempo, todo se suaviza, se va apagando hasta que solo queda un mal recuerdo.

Tenía 31 cuando te vi la primera vez. Falda escocesa, medias gruesas que se escondían en unos zapatos de invierno, suéter rojo de cuello alto debajo de un abrigo azul y unos guantes finos de ante que parecían no protegerte del frío de Febrero. En tu cara lozana brillaba el pelo del candeal color del pan y de tus facciones de mármol , me impresionó un leve gesto mordaz de mujer que se sabía dentro de un cuerpo minado de tentaciones, pero fue tu sonrisa lo que me desarmó. Muchas veces maldije el día en que nos presentaron.

Algunos días más tarde coincidimos en aquel bar, ¿recuerdas? Allí vencí mi absurda timidez y me acerqué a tu lado con la esperanza de conocerte consciente de que tu amabilidad no pasaría de compartir unos segundos en los que me dejarías claro que tu objetivo no era yo. No fue así. Viendo que no había una silla libre, te levantaste y nos acercamos a la barra.

Hablamos de ti, de tu trabajo de enfermera, la vocación ante la ambición y también de mi, de mis ansias de triunfo, de tu perfume que olía a seducción y de mi barba de tres días, de tus ojos negros y mi pequeña boca. Bebimos y brindamos por el encuentro. No recuerdo más que volví a casa flotando entre los copos, que soñé despierto con besar tu boca, sorber tus pechos y amarte hasta el desmayo.

Te fuiste hace diez años un Abril soleado con un bolso repleto de cosas y una maleta negra con ruedas que sonaba como si arrastraras un ataúd con mi cadáver. De tu orgullo quedó en el suelo un reguero que no me atreví nunca a pisar y de mi inconsciencia, un charco de lágrimas de cera que enturbió mi vida y empecé a frotar mucho tiempo después para poder ver en el reflejo, el rostro aliviado del drogadicto rehabilitado que ha superado la adicción pero sigue siendo vulnerable.

Por eso me extrañó tu llamada de ayer. Me hablaste de fracasos actuales y recuerdos pasados, de queso y vino en aquella pradera. Me hablaste de mí, de mi absurda y genial locura que te hacía reir y que tanto añoras. Me hablaste de volver a vernos, pero no. He cambiado la antigua tarima de mi pecho. La desclavé con mis manos hasta casi desangrarme y así estuvo, desnudo, hasta que una alfarera maravillosa lo vistió de barro cocido que admite las manchas de la locura y se limpia fácil con la bayeta húmeda de la complicidad.

Espero que lo entiendas. He sustituido el queroseno de la turbina por las paladas de carbón en mi caldera de vapor. Ya no practico el vuelo libre. Prefiero los viejos raíles que lentamente me llevan hasta mi destino con parada en todas las estaciones.

Te deseo lo mejor.

M.

lunes, 12 de enero de 2009

RELATO A TRES BANDAS. CIMBRAR; ESCANCIAR; TACTO

Este relato ni empieza ni termina aquí. Forma la segunda parte de un todo, un juego literario en el que nos hemos embarcado tres blogueros a los que nos gusta eso de escribir. Esta vez, nuestra mano inocente, Marcela -gracias por tu colaboración- nos facilitó 3 palabras, las sorteamos junto con los turnos y el resumen del partido fue el siguiente:

El blog de Tamara inicia el reto con "cimbrar" que pasa la historia al blog del Instigador que regatea y avanza en el relato con "escanciar". Termina su jugada con un pase directo a Avellaneda que con "tacto" marca el tanto en el minuto final.

Esperamos que os guste y disfruteis como lo hemos hecho nosotros ¿Acaso no es esto Web 2.0?





ESCANCIAR


- Lo firmaré con pluma o no habrá acuerdo, dijo Pedro.

El abogado con la camisa estampada de tinta hizo un gesto de fastidio y rebuscó en el cajón hasta que encontró una roja, de plástico y la punta sucia. Pedro la cogió y sonrió levemente cuando vio que era de propaganda de un sitio sospechoso.”El Edén del Placer”. La probó en una cuartilla marcando elipses hasta que la tinta fluyó sin interrupciones y, con la delicadeza de un oso, rubricó el acta de divorcio con una firma tosca de trazos desiguales, como si apuñalara el papel, mientras su cara permanecía impávida, la misma que tenía desde que vio aquella luz cegadora sobre la terraza.

- Todo tuyo, Carol. Te deseo que seas feliz.
- Creo que lo celebraré con el abogado,.. cuando se cambie de ropa.
- Cuídate de dar la talla, querida. Me temo que es muy exigente con las mujeres y le gustan las putas refinadas, dijo mientras tiraba la pluma roja a la papelera. Hasta nunca.

Pensó en irse al hotel y dormir un rato, pero se imaginó una langosta thermidor al lado de botella de blanco ossian 2006 y tomó un taxi hasta ese restaurante donde la preparan tan bien.

Llegó el camarero con el vino y le sirvió una muestra esperando la aprobación pero Pedro sabía por el limpio color topacio que estaba en su punto.

- No necesito probarlo. Por favor, escancia una copa generosa.
- ¿Escanciar desde lo alto, como la sidra?
- Escanciar significa servir vino en la mesa. Hazlo como quieras pero si pretendes tirarlo desde un metro de altura, avisa antes, que me retiro.

Tomó un bocado, sorbió un trago largo y se detuvo pensando en esa mañana.

Es curioso. Después de la firma la vi pletórica amarrada al brazo del letrado, se contoneaba ante mi como si quisiera darme celos ahora que ya no es nada, solo el recuerdo de un vino dulce en la boca que amarga al paso por la garganta. Nunca entendió que el amor y el fuego tienen los mismos componentes; calor, oxígeno y combustible. Si alguno de ellos no está presente el fuego se apaga y el amor se pudre hasta convertirse en un rescoldo que necesita un manguerazo que lo liquide. Carol me dio calor mientras el combustible de mi cuenta brotaba por la manguera de mi surtidor a cientos de galones , pero los negocios tienen ese componente en el que la mejor organización y el más perfecto plan se pueden torcer por el aliento insípido del azar o la incomprensible concatenación de cabronadas de un entorno que nunca dominas. ¿Acaso tengo yo la culpa de que la bolsa baje o los bancos quiebren?. Está feliz porque ha conseguido lo que quería, la casa de campo y el piso del centro, muebles y cuadros, pero me queda dinero en la cuenta y mi masserati. Y oxígeno, todo el oxígeno que me quitó en su posesiva relación, me dejó sin pulmones y pasé a respirar con las branquias de las angulas y el tiro de una chimenea con un picasso encima. Solo por eso, por recuperar mi libertad, ha merecido la pena.

Imaginó a Carol en la cama con el abogado y no sintió nada. Su cara seguía inmóvil y solo manifestaba un rictus de sorpresa cuando recordaba que esa mañana, recién duchado, salió a la terraza del ático y vio a menos de cien metros la fulgurante luz de una máquina silenciosa encima de su cabeza, y la misma sensación de paz que vivió durante aquella lipotimia.

Ya en el hotel, tumbado en el sofá, oyó que llamaban a la puerta.

- Servicio de habitaciones. Su whisky señor.
- Pero,.. yo nunca tomo whisky..

Fue entonces cuando levantó la cabeza y cerca del dormitorio, a través del ventanal que daba a la plaza, vio una luz inmensa, como si una gran ola al contraluz en un atardecer de verano fuera a arrollar la estancia.

Saltó de un brinco, abrió la puerta rápidamente y no encontró a nadie. En el suelo, una bandeja de plata y una nota color azul.

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jueves, 8 de enero de 2009

COSMÉTICA MASCULINA


Algunos años atrás, no muchos, parece ser que alguien notó que la piel de mi rostro estaba algo seca y pequeñas arrugas surcaban mi frente. Ante tanta insistencia, después del afeitado, puse sobre mi cara en una dosis mínima que no valdría para el entrecejo de una mujer, mi primera hidratante. Fue visto y no visto. Algo del interior succionó el ungüento y no sé si más hidratado, pero si más brillante, salí a la calle. Al día siguiente noté que mi aspecto no había variado y por mor del amor, me apliqué otra capa, esta vez más generosa que tardó bastante más en absorberse. Hasta mi madre habló de la mejora, la diferente textura, la reducción milagrosa de las líneas horizontales que cruzaban mi frente como guías para el encaje de una boina a rosca. Yo, inconstante, abandoné la terapia ante las protestas de las mías y de mi cara seca surgió la mueca, el pellejo y los surcos que dejaron el frontal preparado para la siembra.

Probé de nuevo con la misma crema, pero no funcionó. Sin duda necesitaba algo más fuerte. Me recomendaron una anti-edad con huevinol, un componente milagroso extraído de los cojones del ñu y en poco tiempo recuperé el tono y de mi frente, las arrugas parecían haberse borrado con goma de nata milán.

Después de una noche de bureo, algo de mandanga y un gatillazo histórico, me levanté zombi. Al mirarme al espejo, intuí, que no vi dado mi estado, que debajo de los ojos sobresalían dos zurrones de aspecto tumefacto, violeta tornasolado, que daban la impresión de que me habían moldeado el rostro con un puño americano. Consultada la experta, me recomendó un lapicero con efecto polar que si bien no quitó la inflamación, modificó el color hasta tener el dorado aspecto de las mollejas a la parrilla. Cambié de vida pero no de amigos y sistemáticamente, cada vez que daba a mi cuerpo macarena, necesitaba retocar mis ojeras con las mismas pinceladas que utilizó Velázquez para pintar las meninas.

De ahí pasé a los párpados que necesitaban un persianista que les arreglara la cuerda porque aquello no subía del todo. Más tarde me hice adicto al colágeno, y uso retinol para la papada que tiende a descolgarse como un geo haciendo rapel. Ya tengo más potingues que mi mujer y tardo en aviarme por las mañanas el mismo tiempo que Sara Montiel, o más, que ella usa espátula.

Hace unos días, alguien me preguntó la edad y, yo coqueto le respondí que cuántos me echaba. Ytantos, me dijo. Coño, me acertó de lleno.

No se si el tipo era miope, tonto o lo hizo por joderme. Pero si actuó de buena fe, yo me pregunto. ¿Quién me mandaría a mí empezar a utilizar cosmética masculina? Lo que queda claro es que, si tu cara no es como el desierto del Gobi, no empieces. Son más peligrosas que las drogas, necesitas cada vez más, de mayor precio y no hay clínicas de desintoxicación.

PD. Si a alguien le han regalado alguna de biotherm o clinique y no piensa usarlas, ruego me las done, que estoy bajo mínimos y con la cuesta solo me da para las de mercadona, y esas ya no me hacen efecto.