¿Sabes la historia de Juan Pimiento?
Que se fue a cagar
Y se lo llevó el viento.
Juan Pimiento nació en Calahorra (La Rioja) a finales del XIX. Si bien nadie duda sobre la certeza del hecho acaecido, la misteriosa desaparición del personaje no es achacable exclusivamente al acto corporal en si.
Está demostrado que Juan salió de casa con paso zambo, una mano en el vientre y otra clavada de canto entre las cachas balbuceando Uff, Uff ¡Que no llego!, ¡Que me lo hago!. A partir de ese momento, los cronistas de la villa solo disponen del testimonio de un herrero que creyó oir entre los resoplidos del fuelle un Ahhhh que interpretó como de alguien que hubiera quedado conforme con algo, de satisfacción inmediata o de alivio de algún mal.
Esa misma tarde, un viento huracanado azotó el pueblo tronchando árboles, derribando cabañas, esparciendo el ganado y las gallinas del tío Jacinto tuvieron su primera lección de vuelo acrobático con rasante sobre el claustro del convento, donde además de muchas plumas, perdieron la carga blanca que impactó con certero tino en el hisopo con agua bendita del señor obispo, que dibujó con finos trazos amarillos la blanca palidez de las novicias que se ordenaban ese día.
Pero no se supo más del desdichado Juan. El pueblo pensó que el tornado habría succionado su cuerpo llevándolo al averno de donde había salido para llevar la desgracia a sus habitantes.
J. Pimiento no sólo no falleció en el desdichado episodio sino que vivió una larga vida. Sencillamente, fue al encuentro de un remedio para su mal que no era otro que ese violento estertor intestinal, el retortijón traicionero ante el que no podía permitirse el lujo de esperar un mejor momento. Solo era capaz de aguantarlo unos segundos o varios metros de atropellada carrera, por lo que era habitual que descargara antes de encontrar un lugar adecuado y mancillados su honor y sus pantalones , iba a casa maldiciendo su suerte mientras sufría el escarnio de sus vecinos que cantaban con malicia.
Juan Pimiento se ha cagado.
Huele mal el malandrín,
sucio, pobre y malhablado.
Aprovechando la confusión que reinaba en el pueblo, cogió un borriquillo y anduvo muchas leguas, parando solo a comer y dormir con la esperanza de hallar un lugar donde sanar de su mal y conseguir un empleo con el que procurarse sustento.
Tenía previsto llegar a Barcelona, pero las fuerzas le fallaban. El asno cojitranco rebuznaba de dolor como si tuviera clavada en el alma la espina que le atravesaba la pezuña y la insistente punzada en el vientre hacían del viaje una pesadilla, pero Juan caminaba confiado porque por primera vez en su corta vida nadie se mofaba de él.
Faltaban algunos kilómetros para llegar a destino, cuando su salud se quebró y tuvo que ser atendido en el hospital de misericordia de un pueblo llamado Rubi. A las pocas semanas, completamente restablecido, recogió al rucio en su establo de luna y partió de noche con la intención de llegar a destino con las primeras luces de aquel diciembre raso y polar.
Caminaba por el sendero polvoriento, y a la vera su compañero le topaba con el hocico en el brazo, como si quisiera advertirle de algo, hasta que se paró. Juan tiró de él con fuerza inútil y se quemó la mano con la áspera cuerda de esparto del bocado. Fue en busca de un palo largo que hiciera de fusta y fue entonces cuando vio una enorme luz encima del pueblecito, una estrella refulgente que le cegó durante unos instantes. Montó y su cabalgadura galopó como un corcel buscando el origen de aquel fulgor.
Llegó al pueblo y encima de un establo la gente se arremolinaba en torno a una pareja de jóvenes que miraban a un recién nacido rechoncho y sonriente. Una de las vacas se acomodó a la derecha y un hermoso buey lo hizo a la izquierda para procurarle al rorro algo de calor en esa noche helada. Juan sentía una profunda sensación de paz y amor. Habría permanecido allí para siempre cuando sintió la necesidad que tan infeliz le hacía. Salió corriendo pero no llegó muy lejos. Allí, en cuclillas, pudo ver a unos señores extraños, con uniforme azul y dorado, conductores del primer ferrocarril de Cataluña, que adoraban al pequeño y le entregaban presentes, mientras la multitud llenaba las calles del pueblo atraídos por el extraño fenómeno.
Juan Pimiento decidió establecerse allí y aunque nunca se curó de su mal, fue un hombre querido y respetado en aquella pequeña localidad catalana y todavía en su memoria se utiliza en los nacimientos de la comarca la figura entrañable del caganer.
18 comentarios:
Me preguntan: ¿Te ríes sola, no? ¿Qué estás viendo?
Así me tienes, pasándolo pipa en la clandestinidad a tu costa y ocultando "lo nuestro" para que no nos descubra el jefe.
Mi padre cuenta la historia de una tal "María Sarmiento" que también se la llevó el viento por los mismos motivos que a Juan. A lo mejor son familia.
Un abrazo rapidito. ( que me pillan )
3 cosas!
1. JA, JAJAJA, JAJAJAJAJAJAJAAJAJAJAJAJAJAA.
2. EN mi casa la desdichada que voló por los aires en tan penosa circunstancia también fue María, Mariquilla Sarmiento para más exactitud.
3. En mi pueblo también se canta esa canción pero diciendo... "Qué bonito es San Rafaeeeeel, que parece guasintooon..." todo lo demás igual sólo que lo del frontón lo cambiamos por "Tropezón" que era el bar que fomentaba el alcoholismo juvenil. Claro que se canta en tono de jota que en Segovia no se estila mucho, así que igual no es autóctona la tonadilla...
Sigo pensando que estás fatal de lo tuyo...
Besos.
Carmen: Son parecidos, pero María Sarmiento ha pasado a la posteridad con fama de putilla y no me cuajaba en la historia. En la clandestinidad que me proporciona el medio te diré que me encanta que te rías un poco y ¡Que le den a tu jefe!
Besos
Soloyo: Por partes:
- San Rafael (Segovia)
- Bar Tropezón.
- El Teo
El caso es que me suena tanto que juraría que he estado una o veinte veces.
Sigo mal. La vacuna del moquillo perjudica seriamente mi salud.
Besos.
jaja a la cama no te irás sin saber una cosa más.
¡Qué historia! ¡pobre Juanillo!
(a mí me habían contado lo de María Sarmiento, por lo de super-delgada ffuuuuuuuu y se la llevó el viento... aunque en este caso no entiendo lo de ir a cagar ¿es una manía?)
abrazos
Raindrop: No tengo ni idea sobre como surgió lo de ir a cagar, pero a esos personajes tan nombrados hay que construirles una pequeña vida. Algo así como un homenaje a su miserable existencia escatológica de tres líneas.
Un saludo cordial.
Tienes una gracia natural a la altura de tu talento. Sigo pasándomelo de fábula leyéndote, ¡mamón!...
Todos vemos diariamente a decenas de don nadies dispuestos a todo por saltar a la fama; qué no darían por pasar a la posteridad como Juan Pimiento en el elenco al que lo has mandado, ya sea cagando o afilándole los cuchillos al malo de Herodes.
PD: me he acordado leyéndote del Alquimista de Paolo Coelho, al que leí algunos libros antes de verle en la tele decir tonterías.
Batanero: Gracias por lo elogios inmerecidos.
Este relato surgió en aquellos tiempos en que tenía que contar un cuento todas las noches a alguien, y tenía que ser inventado. Ese alguien me recuerda algunos títulos que le gustaron o sorprendieron, pero no me acuerdo de las historias que fabulé sobre la marcha y las tengo que reinventar. Eso sí, me cuesta mucho más.
Todavía no he leído a coelho porque no me fío de los libros que todo el mundo pone bien. Siempre espero a que se calme el fonómeno. Lo leeré porque me pica la curiosidad. Eso sí, haré zapping si le veo aparecer en la tonta.
Un fuerte abrazo
No te pierdes gran cosa; el viaje de Juan Pimiento es más interesante, mas corto y llega al mismo sitio que el Alquimista.
Hace ya algunas horas, pero no muchas, me he visto en esas de improvisar un cuento; pero como no hablamos del mismo talento, tuve que recurrir a los mosqueteros, dragones, entrenadores de pockemon y hasta a la mismísima caperucita roja. Eso si, manejo las onomatopeyas y hago de tramoyista con excelencia.
felices madrugadas
Seguro que fue un gran cuento. Todo mezclado para que ninguno se quede sin su personaje favorito.
Lo de las onomatopeyas y lo de buen tramoyista te lo supongo, como el valor en la mili. Tendrás que demostrarlo, jaja.
De nuevo, felices madrugadas.
entrañable y divertidísimo. Un descubrimiento
casi yo: Gracias, pero el descubrimiento ha sido mutuo. Sorpresas del pacharán, supongo.
Saludos
Andaba vagabundeando y me encontre con esta delicia.Hasta luego.
Dios! Qué sorpresón! ¿Y no nos conocemos? Yo de ti no tengo datos pero mi blog es de todo menos anónimo! me conoces y no me has dicho nada? Es imposible que no nos conozcamos si has ido a San Rafael tanto... Bueno, si no directamente seguro que a alguien tenemos en común...
Soloyo: He frecuentado el teo de San Rafael y el de El Espinar durante años. Era cuando Bodegas y Variantes funcionaba. (No se si todavía existe). De eso hace un porrón de años, por lo tanto, no creo que te conozca pero es posible que hayamos coincidido..yo bebiendo botellines a morro y tú calipos o batidos de fresa. De cualquier manera ya coincidimos aquí, que no es poco.
Muchos besos.
Joser Instigador! El los pueblos no hay edades! Cuando tenía 15 me reacionaba hasta con los de 40!
Tengo mil familiares! No te suena el apellido Ródenas o Botella?
Coincidir aquí desde luego es un lujo mucho mayor que coincidir en un Teo, de todas formas, eso seguro jajaja!
¡¡Qué manera de hilar las historias!!
Hay cosas que no caducan. Me he reído bastante.
Me preguntaba si este texto era tuyo o copiado o remozado.
Lo encontré también un año después en este foro:
http://sololiteratura.m.creatuforo.com/-temas4959.html
Carlos: Gracias por la información. Si, la historia es mía 100 % original sin remozados. No conocía el portal de sololiteratura, por lo tanto lo que allí se publicó es directamente un plagio.
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