Estupenda Fabiola:
Ayer vi en un bar algo que me recordó a ti. Había en la
entrada un cartel que rezaba:
TENEMOS LA CERVEZA MAS FRÍA QUE EL CORAZÓN DE TU EX
Se me pasaron las
ganas de tomar cañas y pasé de inmediato al vermú. Tomé varios hasta el punto
de enchisparme, cosa que no sucedía cuando estábamos juntos allá en el
pleistoceno, se me antoja, aunque sólo hayan pasado unas semanas. Llegué a casa
amodorrado y sin mayor inconveniente me ensobré hasta las ocho de la tarde.
Desperté con hambre, abrí una lata de atún y lo coloqué en un bollo de pan
abierto por la mitad con todo su aceite. Añadí cebolleta en juliana, pimientos
asados en la bandeja del horno que no pienso limpiar hasta que la capa negra
precise de pirólisis, y un par de cucharadas de alioli, que tan apestoso te
parecía. Manché la tabla de olivo que me regalaste por mi cincuenta cumpleaños
y dejé que la madera absorbiera la grasa premeditadamente y me aseguré que quedara
una mancha permanente, casi imposible de limpiar salvo lijando y noté en ese acto
pueril una rara satisfacción. ¿Por qué me regalaste una tabla de cortar si no
me permitías hacerlo? Si picaba cebolla quedaba olor a cebolla, si puerros a puerro,
si zanahoria manchas naranja, si trinchar un pavo restos de aceite, si ajo,
¡Qué decir del ajo! , querida draculina, Picar ajos en la tabla de olivo de
cincuenta pavos era sacrilegio mayor que ciscarme en tu madre que en gloria
esté. Es para amasar panes, decías, sólo para amasar. Qué sepas que ahora que
te fuiste con el munipa que te quitó aquella multa y al día siguiente elevó mi
estatura el metro y medio que miden los cuernos de un ciervo de ocho puntas,
clavo la punta del cuchillo cebollero cuando termino la faena. Si, Fabiola,
tengo el churi japonés cual estoque en agujas hincado en todo el medio. Imagina
la escena y aléjate de la porcelana. Devoré
el bocata ese día que estrenaba el jersey morado con el que me obsequiaste por
Reyes y al que daba largas por no ser mi color favorito aunque dijeras que me
quedaba dabuten. No fue una buena idea , lo reconozco, ya que un denso chorro escapó
entre las rebanadas y cayó en la pechera llegando hasta el ombligo de ese
jersey en el que te gastaste media extra. Llegué con premura a la tintorería de
guardia y acabo de recogerlo. Tengo que comunicarte que le han salido bolas. Lo
digo por si quieres devolverlo, recuperar tu dinero y así quedamos los dos
tranquilos, tú con tu pasta y yo alejado de la prenda que tanto odio.
Mío que ya no tuyo:
Manolo.
9 comentarios:
Qué envidia!! Te has tenido que quedar super a gusto.
Si tuviera tiempo, que no lo tengo, haría un similar desde "The other side".
Deberíamos tomarnos un(os) vino(s).
A ver si...
Besos grandes.
Mi "Manolo", muy cercano en su conducta al que usted describe, me pide que le diga que "nos hemos reído mucho"
Yo, cuando despegue el cuchillo de la tabla de olivo ondulada (porque la limpia metiéndola en el lavavajillas)... es que no sé lo que le hago, mirusté.
Foooofffff....
¡Tormentito! Alegrón me das de saber que andas todavía por estos lares. Tu dispara que te quedará estupendo. Lo de los vinos, a tus órdenes.
Besos
¡Instigador! Buenísimo, jajajaj
Un placer volver a pasarme por aquí. Leeré los que tengo pendientes. Un abrazo!
Coño, Carabias, pensé que lo tuyo era el tachunda y habías dejado los blogs. Un placer verte por aquí.
Esperamos...
Mera: Ya llega
hace tiempo que no leía algo tan interesante
ameno
y apesar que es rutina
de lo que hacemos
me pareció fresco y maravulloso
Sin darmos cuenta
nos unimos cuando algo nos gusta
simplemente con letras
gracias por tu comment
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