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viernes, 28 de noviembre de 2008

EL VIJILANTE


Jenaro Jeringa al aparato. Esta vez no ha sido fácil convencer al Instigador para que me ceda su espacio. Accedió cuando le dije que había cambiado de profesión ya que en el centro de día se había planteado un ERE al que me acogí gustoso, pillando algunos monises y unos meses en el paro del que me han sacado por huevos. Ahora ejerzo de vigilante en una obra donde la misión es evitar que los cuatreros me despabilen los ladrillos, yesos, aperos y sanitarios que, depositados al socaire tras un muro de ferrajes, descansan a la vista de sacres y mecheros que los rapiñan en un tris y te apiolan con una fusca del ventidós si te pones gallo y les haces frente. Nada de eso, que la paga no da para jaquetones y la única herramienta que me dan para el curro es una porra de manguera flácida que no haría daño ni a un borrego recién esquilado y una linterna de petaca que alumbra lo justo para abrir latas sin sajarme los dedos y con la que llego a distinguir si los bultos del fondo, son dos pomelos o las tetas del poster, cuando la pila es nueva.

En una zona industrial, donde las naves han dado paso a los edificios de apartamentos, las obras se reparten por doquier y todas ellas tienen su guardia. Cuando vi que yo era el único que no era gitano y eso podría colocarme en desventaja, me pasé con el autobronceador, dejé que las patillas me llegaran al gaznate y coloqué, cual torero, un largo mechón de pelo amarrado con cola de carpintero que me da el aire de uno más de esa etnia de tocadores de maderas, palmas y cojones, que viven en las casetas de chapa con la alegría de un bombo en Semana Santa, con sus fuegos a la puerta y la plasma a todo trapo.

Me inventé una identidad inconfundible, - Salazar – y me hice pariente en un minuto, del Cigala, de quién me sé algunas coplillas que me niego a tocar o palmear porque en aquel accidente se me quedó la mano tonta, no vaya a ser que por gil me descubran lo payo y se me joda el invento. El habla no es problema porque, siendo mi padre de Cádiz y simulando una ganga gutural que me sale fetén, chamullo una jerga imposible que les da pena y me dan palmadas en la espalda, tranquilizándome, y me invitan a buches de tinto para aclarar el habla y despertar el entendimiento. He llegado a tal compadreo que paso más tiempo en el bar Pilichi que en el tajo, porque me vienen a buscar, me sustituye alguno de sus churumbeles y todo está en orden, que para eso somos todos de la familia. Empiezo algunos chistes que nunca termino, porque se deshuevan de la risa y dejan rondas a deber hasta que el capataz llega con el sobre, el treinta, liquidan la cuenta y vuelta a empezar.

El gilipuertas de mi hermano, que es picoleto, pasó el otro día a saludarme vestido de oliva y con la luminaria del coche encendida. En dos minutos se me llenó la obra de paisanos mirando por la valla, sin atreverse a entrar, que los civiles son el demonio, y en un acto de compasión, después de echar yo un dospapeles y él una mano de birras, apesadumbrado por mi aspecto y comprendiendo mi drama , salió escopetado, como jiñado de la jindama ante un gitano de tronío que no se arredró ante el tricornio, y de esa manera me convertí en un ídolo.

Mis parientes aplaudieron y me ofrecieron un homenaje por todo lo alto con botellas de cava, rumbas y bulerías. Incluso Moisés, el patriarca, arrancó por peteneras, se trabucó con la dentadura postiza al punto de penetrarle en el coleto y ante el espanto general, no tuve más remedio que meter los dedos para que no se ahogara, pobre de mí, que ahora llevo vendados por lavarlos inmediatamente con aguafuerte.

Para mayor realismo, inspirado en un cuadro que vi en el MOMA, he colgado un cartel que aclara la procedencia, profesión y no he puesto que tengo canes salvajes porque los chuchos que merodean tienen menos carne que dientes, se tiran al pan como si fueran torreznos y se les pone cara de idos cuando huelen un pellejo de chorizo. Las obras están paradas pero seguimos cobrando, no sé hasta cuando, y si nos quedáramos en el paro, siempre habrá algo que vender, que de material está esto lleno.


Si pasan, no duden en llamar. Se aceptan presentes en estado líquido con tendencia a la evaporación, que no llegará al caso, o sólidos de fácil combustión que se puedan liar con papelillo. Por razón de camuflaje perfecto, aceptaría en préstamo un mercedes grande o una furgoneta de gran tonelaje con capacidad para varios quintales de fruta o un muestrario completo de fajas de temporada. Imprescindible con gran aparataje musical.

Esto es vida y no la que me dieron los viejos.

Feliz Navidad a todos.

martes, 14 de octubre de 2008

CENTRO DE DIA "DOMINGO MAMUERMO" (III)

De nuevo El Chutas a los mandos.

El Instigador otra vez ausente. Esta vez le ha dado por el poker online. Si bien, tirando con dinero ficticio, juega con la astucia de un conejo buscando tréboles, incordia a los contrincantes con la perseverancia de un topo excavando túneles y gana fichas con la misma facilidad con la que se despelleja los padrastros, todo cambia cuando tira de tarjeta. Pierde la fe en si mismo, se le descalabran los tríos y se le enciende la mirada hasta que sus ojos adquieren el color encarnado del culo de un mandril. Dice que prefiere gastarse los ahorros en algo divertido que esperar la comunicación de su banco anunciando la quiebra. Ya le dije que sacara los dineros del Tongo Bank y lo invirtiera en futuros del pasado, que eso no falla nunca. Ese fondo tiene una revalorización excepcional, no hay más que ver la cantidad de libros y películas que se siguen haciendo de los muertos del pasado y de los tiros de la guerra que tantos queremos olvidar de una maldita vez. Será en el XXII, si llega.

Ayer fue el aniversario del centro. Preparamos una fiesta con actividades, comida de hermandad y campeonato de escoba y cinquillo después de un discurso que en esta ocasión tuve que pregonar. Empezaba así:

Es nuestro deber, el mío y el de mis compañeros responsables del centro, mejorar la calidad de vida de los senior del centro, los amables ancianitos, los mayores que tanto hicieron por nosotros. Es hora de devolverles el cariño que repartieron, de curar sus llagas y ordenar su ocio para que llenen sus vidas con actividades saludables, a ellos, si a los ancianitos de mis entretelas….

En ese momento, desbordados por la emoción, empezaron a lanzarme claveles, varias bragas que para asegurar la distancia estaban rellenas de adoquín, algunos huevos y una latas de tomate frito que esquivé hasta que una de orlando impactó en mi tabique nasal y me produjo una hemorragia de emoción. Son como niños los putos viejos. No saben como demostrarme el cariño que sienten por mí y pierden los papeles porque las neuronas no les funcionan y actúan sin pensar. Yo les perdono, pero no olvido. Para mejorar su nivel cognitivo necesitan fósforo y pienso poner en las natillas cabezas de cerilla suficientes para que se les enciendan las luces. Todo sea por su bien.

Me curó la herida D. Celedonio Bullebulle Otrosí, abogado retirado pero en perfecto estado mental a pesar de sus noventa y cuatro años de los que ejerció solo tres por problemas con el régimen – pesar ciento setenta kilos con metro sesenta le dificultaba la asistencia a los juzgados- pero siempre anduvo entre legajos y sentencias. Ya jubilado obtuvo el título de bombero honorífico en Pastrana del Lumbrilla por sofocar a chorro de su mismo sifón el incendio en un brasero de cisco, lo que evitó una desgracia. Desde entonces, su mayor preocupación es la de obtener conocimientos médicos para auxiliar al prójimo en caso de emergencia. Yo no quería pero cedí a la cura porque es un plasta, un insistente y le canta el aliento como si comiera escarabajos peloteros con pelota y todo. Pensé que cerraría el pico de buitre mientras me curaba, pero no fue así. Entre la salsa y la sangre mi aspecto no era muy bueno, pero enseguida me dejé de preocupar cuando vi que Celedonio chupaba las gasas. Lo que digo siempre, mascullaba, a este tomate le sobra acidez y usted mírese el azúcar que como siga así se le van a garrapiñar las almorranas.

Aquello aumentó de volumen y me retiré a casa dejando en manos del destino los fastos del aniversario. Esta mañana he recibido un fax. Dice así.

Sr. Jeringa:

Deseamos de corazón que se ponga bueno. Sentimos el incidente y esperamos contar con su grata presencia lo antes posible. Como recompensa le hemos preparado una pequeña sorpresa. Dª Mercedes Pelonempecho hará un estriptis en su honor y los chicos del dominó le han preparado un bizcocho borracho muy especial.

Me temo lo peor.

Si esto no lo cierra la autoridad seguiré visitándoles, pero nada es seguro. Como dijo el gran escritor Paraguayo, Condominio Piscolabis.

Si tu corazón desborda felicidad, tabícalo, cholo.

Aurrevoir.

miércoles, 17 de septiembre de 2008

CENTRO DE DIA "DOMINGO MAMUERMO" (II)

Jeringa El Chutas al teclado.

Mientras el instigador sigue empeñado en empezar una novela, yo le sigo amenizando el blog. No es mal chico pero ha perdido ambición. Le digo que necesita contenido agresivo, tías en bolas, posicionamiento en buscadores, metatags certeros, long tails en cabecera, terrorismo en redes sociales y autobombo a tropel, y se me queda con la mirada perpleja de una cabra de derechas cuando la ordeña un pastor zurdo. Me sale con que lo suyo es vocación tardía. Y tan tardía. A este paso no la termina ni en el 2030. Lleva dos semanas y cuatro holandesas con tachones en perfusión y un título mareante: LAS REVOLUCIONES DE UN MUNDO REVUELTO , como los ajetes con gambas o un vespino trucado en las manos de un anfetamínico. Todavía no sé si trata de relaciones calentorras o de gastronomía para lerdos, pero él sabrá,.. o no. No me digas.

Hace unos días nos visitó la inspección del Imserso. Suelen pasar una vez al año para examinar las instalaciones y charlar con los responsables, entre los que me encuentro. Como nos avisan con un mes de antelación tenemos todo limpio y a los carcas les exigimos que ese día vayan con vestimenta decente, cambio de muda y sonrisa permanente so pena de no dejarles entrar en lo que queda de trimestre. Pistolo compró un par de kilos de café que nos durarán hasta navidades, yo me encargué de pasar revista y la limpiadora, Severina Fregonescu, repasó los metales con tanto brío que se les fue el lustre al carajo. La pobre no se dio cuenta de que para rellenar el sidol, D. Sisebuto había añadido un chorrito de ácido sulfúrico. – ¡Fuerrrte olorrr a demonioss! – decía mientras se intentaba quitar los guantes de goma que se le habían quedado un poco pegados. Todo quedó en medio litro de alcohol, una ristra de juramentos ininteligibles y unas manoplas de esquiar rellenas de algodón con betadine... y la lista de ella quería la baja. Lo que digo yo: así no salimos del mercado común.

Todo resultó como estaba previsto excepto un nimio detalle. Cuando el inspector salía por la puerta se produjo una pequeña explosión en la cocina. Alguien había metido una caja de mecheros en el horno y lo puso al máximo. La deflagración no hirió a nadie porque estaban todos amontonados en el almacén, pero a los que estábamos en la sala nos quedará para siempre el recuerdo de la puerta volando como un sputnik, que, atravesando la cristalera, se empotró en la zapatería de enfrente. Al día siguiente, el dueño que es un hipocondríaco cambió el rótulo de “Zapatos Puértolas” por el de: The Flying Door. Zapatos y taquicardias.

Sometí a primer grado a toda la concurrencia. Usé todo mi poder persuasivo intentando encontrar al culpable. Solicité al CNI pentotal sódico para inyectarles un poco y al cabo de unas horas me llega un tipo de negro, me esposa y me lleva a un calabozo. Me pone un gorro de lana al revés y me interroga.

- ¿Para qué quieres el pentotal?
- Para hacer cantar a los viejos
- ¿De qué viejos me hablas?
- Los del centro.
- Ahh, cabrito. Has secuestrado a la antigua cúpula de UCD.
- Anda que estás tú enterado. Los del centro de día, que se callan como putas.
- Tengo la solución. Para hacer cantar a alguien, lo mejor es la priva a destajo y un karaoke.
- Este menda es tonto. Parece de los servicios secretos de Lepe.

Las aclaraciones pertinentes, un apretón de manos que me cascó un nudillo y a la calle. Una confusión sin importancia. Para mí que estos del CNI no se enteran de nada o están bajo mínimos. Al final, como nadie se declaraba culpable, no tuve más remedio que someterles al tormento de la gota. Les siento de dos en dos, uno enfrente de otro, pongo el aire acondicionado a todo gas y dejo que se les caiga la vela hasta que se les congela, como si estuvieran en el polo. A la Sra. de Fogoso se le formó en media hora un carámbano que parecía una estalactita del Drach o el moco de pavo más translúcido de la historia. Ni la posibilidad de una pulmonía les asusta.

Nadie habló. Sigo sospechando de D. Victor Manuel, que tiene tradición minera ya que según cuenta insistentemente, su abuelo fue picador en la mina. Todo el día con las batallitas de los barrenos y el hollín. Vaya tío plasta.

A otra que vigilo de cerca es a Dª. Suripanta Melones. Trabajó como bailarina en compañías de revista con el apodo de “La Chinchilla”, por el suave y abundante matojo capilar que le nacía en el mismo flis y que por motivos laborales rasuraba a navaja con el primor de un esquilador uzbeco. Llegó a segunda vedette en el Teatro Chino de Manolita Chen donde oficiaba con ardientes antorchas que colocaba entre su desmesurado apellido. No conforme con salibarme en grueso perdigón cuando habla, utiliza unos muñequitos de trapo en los que pincha agujas de colchonero cuando se cabrea porque le quito la petaca de anís. La muy gilipollas cree que tiene poderes para hacerme daño; bobadas de vieja, pero el caso es que a veces noto unas convulsiones en los genitales, una quemazón de soplete que me dejan baldado media hora. Seguro que son gases.

¡Canta Canalla!, ¿Fuiste tú?

Entonces se levanta, pone un brazo en la cintura y entona aquello de …

La pera y el mejillón
para la que los prefiera
que yo para el comezón
de chorizo una vela entera.

Estos tipos, siempre pensando en comer.

Si el jefe sigue con la obnubilación literaria, seguiré pasando. Si reflexiona y se da cuenta de que es inútil, cogerá los mandos.

Bai bai

domingo, 7 de septiembre de 2008

CENTRO DE DIA "DOMINGO MAMUERMO"

Me presentaré adecuadamente. Mi nombre es Genaro Jeringa pero todos me llaman el Chutas. He desempeñado muchas profesiones: librepensador, agorero, numismático especializado en el Kurdistán, chupacirios, contralmirante de barra en el bar La Trainera y minusválido por horas en la puerta de una iglesia. Vagué por esos mundos buscando mi vocación hasta que me contrataron en el centro de día para la tercera edad “Domingo Mamuermo“ como monitor de actividades. Ahora soy un hombre nuevo y feliz dedicado con ilusión al solaz y cuidado de los maravillosos ancianos que asisten al centro.

Los viejos son una gente encantadora excepto el noventa por ciento que son unos amargados. No se levantan a mis órdenes argumentando que están en silla de ruedas o les duele el reúma y le hacen ascos al café, bien porque tiene posos o porque la leche tiene mucha nata. Chorradas de la demencia. La nata es buena porque proporciona grasa y por sesenta céntimos no querrán que les demos un capuchino cremoso con polvo de cacao. Aquí, como en casi todos los centros de día, en beneficio de la salud de vuestros mayores , se reutiliza con el método tradicional del puchero al carbón que le da un toque campestre y el tono oscuro necesario para tintar el recuelo sucesivo al que Pistolo somete al poso. De esa manera, libre de cafeína, el lignito activo es un fantástico protector estomacal que favorece la función peristáltica de los intestinos, la posterior evacuación y les deja el colon como una tubería de neopreno. Negro pero brillante.

A D. Anastasio le aparcaron por vez primera un dos de Diciembre a eso de las diez. Tomó un par de solos y salió de naja hasta el water con tal prisa que se olvidó de las muletas. Bien es cierto que se rompió una cadera pero quedó satisfecho porque hacía años que sufría de estreñimiento y al salir lo primero que dijo, antes de quejarse fue:

- ¡He jiñado un negrito del Domund!

Cuando se le llevaban a la ambulancia decía sentirse ligero como una pluma. Todavía no sabemos si se refería al peso que se había quitado de encima o a que le llevaban en andas tres mocetonas del Samur.

Mi trabajo consiste en coordinar las diferentes actividades del centro. Se dividen en tres grupos: sanitarias de 10 a 12, culturales de 12 a 2 y lúdicas, que duran toda la tarde hasta el cierre a las 8.

Este mes he empezado a probar una nueva técnica oriental basada en el Tai-Chi pero adaptada a la idiosincrasia española. Es el Chi-Ton que consiste en hacer el memo moviendo los brazos sin articular palabra una hora seguida. A los que se cansan o hablan durante el ejercicio les impongo un pequeño castigo: hacer gárgaras con un vasito que contiene al cincuenta por ciento, vinagre de sidra y lejía conejo que les refresca el aliento y les desinfecta las anginas. No entiendo que no le guste a ninguno excepto a D. Honorio que dice haberle sacado el gustillo. Debe ser que al prohibirle el aguardiente casero que le mandaba su hermano de Cangas tiene simio de algo con bouquet, para machotes pero sin alcohol, claro está.

Dª Engracia es nuestra voluntaria encargada del orden público. Encajera de bolillos jubilada, acostumbrada a faenar con palos, maneja los nunchacos con la velocidad de un ninja forrado de speed aunque sin la efectividad ejecutoria que sería de desear. De cada dos golpes que lanza, se autoinflige uno, ora en la crisma, ora en el esternón o las canillas, pero no pierde la afición y es una mujer respetada por los asistentes. -No acierto mucho-, dice la dama, -pero leñe que doy, ambulancia al canto-. La dirección del centro ha solicitado al concejal de tráfico algunas señales en desuso y un soldador con autógena para confeccionar a la pobre Dª Engracia una protección sólida ya que nos tiene arruinado el presupuesto de vendajes del botiquín. Ya no recordamos si el color morado lo traía de serie o es consecuencia de los moretones que, cual campo de violetas, le pueblan la piel.

Pistolo, antes mencionado, es el encargado de la cafetería. De su pasado solo sabemos que durante treinta años fue el encargado del economato en el penal de Ocaña. En el juicio confesó sus fechorías alegando un arrebato mental transitorio pero el Sr. Juez no lo tuvo muy en cuenta dado que el arrebato en cuestión duró más de diez años. Le condenaron a dos lustros y un día por asuntos menores como falsificación de condones, contagiar de purgaciones a todo un convento de clausura, mostrar sus genitales a las componentes de la asociación de amas de casa “María Purísima” y hacer de protagonista en una peli porno del 73 con el seudónimo de Mingafría, cuya especialidad era introducir el nabo en un cubo de agua con hielo y mantener la erección durante 45 minutos. Dentro de la cárcel, le cogió el tranquillo al contrabando de productos delicatessen y le fueron ampliando las condenas hasta que le echaron porque el trullo llegó a parecer una sucursal de Arzak. Al salir, se le estimó una fortuna de cinco millones de euros que fundió en pocos meses en acciones del Ibex 35.

- Invertir en la Banca Morgue tenía su riesgo, pero el nombre me sonaba. Lo que no imaginaba es que Terra fuera el apócope de terraplén-, solloza el barman cuando se pasa con los cubatas de Vodka Likeño. Odia la palabra Villa de tal manera que ha roto su carnet del Valencia y no ve partidos de la selección. Si alguien osa decir en su cara la palabra maldita “Villalonga” se le pone la lengua azul, cocea a cuatro patas como un asno salvaje y no se le pasa hasta que le mostramos un gráfico falso donde sus acciones están por las nubes.

A mis queridos caducos les he preparado una sorpresa para esta tarde. Les encanta el bingo. Sacaré el viejo bombo y tacharán los numeritos con la ilusión de llevarse el gran premio. Una fanta de naranja. Lo que no saben es que he fotocopiado los cartones y todos juegan el mismo. Ya veremos cuando canten todos a la vez. Vendrá la policía, de eso no hay duda.

Si el capullo del instigador me da permiso, volveré para contaros más anécdotas de este lugar tan necesario y donde todos nos sentimos como en casa, excepto D. Remigio, que se encierra en el baño y se queda a dormir en el retrete para ser el primero y arramplar con todos los periódicos que coloca en el asiento de la butaca, debajo del culo y va soltando a medida que los lee. Para él, ésta es su casa.

Saludos a la concurrencia (si es que la hay)

sábado, 28 de abril de 2007

Los Gafes

Todos sabemos que los gafes no existen, pero haberlos, haylos.

Hace más de un año que me pasan cosas inexplicables, de pura mala suerte. Pequeños inconvenientes como la caída que sufrí saliendo de un sex shop y por la que se rompieron 2 botellas de vino reserva compradas para la cena de esa noche.Teníamos amigos a cenar. Era ya tarde para encontrar una vinoteca abierta por lo que tuve que recurrir a un restaurante donde pagué un precio 4 veces superior al que me había costado en la tienda. Vaya faena, me dije, y ni siquiera son del mismo año.

También he sufrido varios tropezones con resultado de esguinces y la pérdida de un tacón completo del zapato. He comprado el ABC en dos ocasiones y ambos carecían de grapa. En una comida de negocios se me cayó una funda dental en una copa de anís con hielo. A ver como encuentras una pieza de porcelana blanca en una copa de contenido también blanco sin meter los dedazos y sin que el cliente, remiso a aceptar tu oferta te mire ojiplático del cambio de estilo de tu comedor bucal y se descojone de ti.

Pero donde más se ceba mi gafe es con las gafas. Debe ser por el parecido del nombre. En este período de tiempo he perdido tres de sol y unas graduadas que llevaba puestas. Si señores, graduadas y las llevaba puestas.

Hacía una mañana deliciosa. Di un largo paseo hasta el Parque del Oeste. Me senté a leer el periódico entre sol y sombra. Me quité las gafas y las dejé a mi lado bien plegadas, juntitas las patillas. Las deposité en la hierba muy cerca de mi. Estaba absorto. No oi nada pero entreví un cambio de luz. Seguí a lo mio. Leía la noticia de un sobregargo de Iberia que había logrado la hazaña de introducirse por el ano 4 litros de enema Casen y aguantarlos veinte minutos. Me pareció una prueba más dura que subir todos los ochomiles el mismo día. Volví a la realidad cuando oí un ruido tremendo que provenía de mi estómago. Me alerté y pensé: O es hambre que no creo, o estoy metido de lleno en una tormenta ventral. La imagen del sobrecargo descargando tal volumen habría podido activar en mi un reflejo condicionado similar al que produce el cigarrillo después de tomar café. Me dice mi amigo Pantuflo: Yo es que me tomo un cafelito y me fumo un pitillo y voy al baño de inmediato. Pues, bien lo anterior, o los 7 churros y 3 porras que había desayunado hacían que el pausado movimiento perístáltico de mis intestinos se convirtiera en un Dragon Khan desvocado.

Decidí volver a la civilización. Palpé buscando mis gafas y no las hallé. Empece cerca de mi cuerpo, despacito, tocando cada palmo de hierba. Nada. Alargué los brazos yendo a terrenos más alejados. Tampoco. Ya extrañado alargué los brazós hasta donde podía llegar. Empezaba a notar un sudor frio y un dolor agudo. Ya palpaba sin miedo por todos los lados, Pa Pa Pa. Recordé aquella sombra que percibí y entonces fui consciente de que podría haber sido robado. BROOOOM, mis tripas. Me dije, macho esto no es hambre. Tenía que volver a la civilización, tan cerca para todos y tan lejos para un miope. Busqué el camino con cierta desesperación. Solo veía imágenes desenfocadas, bultos sospechosos y nada que se pareciera a una salida. Escuché a alguien hablar. Pedí auxilio.

-¿Alguien me puede ayudar?
- ¿Qué es lo que le pasa señor?
- Que no encuentro el camino.
- Pues reza mucho hijo, que Diós te guiará.
Las voces se alejaban.
- Señores, que tengo que salir de aquí, que no veo bien y es muy urgente, grité yo.
- ¿Qué dice ese hombre, Eloy?
- No le escuché bien, me pareción que dijo algo de teniente.
- Tu si que estás teniente. Vamos que no llegamos a Misa.

Y desaparecieron de mis oídos.

Rendido y entregado, encontré alivio en un seto. No entraré en más detalles. Cogí el móvil, pedí ayuda y me recogió mi sobrina Isabel, la única persona de mi entrono que conduce. Me dio las gafas de repuesto y respiré hondo. Miré alrededor buscando el lugar del delito con el fin de camuflarlo. Solo vi a un hombre vestido con un mono de trabajo al lado de un vehículo del Canal De Isabel II. Se estaba mesando los cabellos y gritó: ¿Quién será el Cabrón que me ha cagado la furgoneta?

Al gafe lo tengo acorralado en un radio de 500 metros alrededor de mi casa. Fuera de esa distancia camino tranquilo y sonriente. Al gafe le pillaré pronto y le haré un conjuro que me enseñó Alfonso Ussía para convertirle en contragafe y en vez perjudicar a los demás, que la mala suerte se vuelva contra él.

Porque Los Gafes existen, O no. No lo se

El Instigador