viernes, 22 de junio de 2007

LAS MUJERES Y EL AMOR

Se que esta entrada en mi bitácora me puede causar graves problemas. La mayoría de mis lectores son mujeres y podría perderlas y convertir mi blog en el menos visitado del mundo, pero ¡Quién dijo miedo!.

El amor es algo que sucede inesperadamente. En los hombres es una revolución sensorial que provoca el deseo insuperable de estar cerca de la persona amada, que confunde y obnubila , te hace creer que estás en el paraíso aunque te encuentres en un atasco en la Gran Vía, y te sientes feliz pensando en tu amada incluso asistiendo a un concierto del Koala. También crea un cambio hormonal de tal naturaleza que con solo oler un plato de bacalao o imaginar su turgente perfil convierte la plana meseta de tu bragueta en una colina, que digo colina, una montaña de desenfreno carnal con el consiguiente malestar físico. Que ya lo dice el refrán: Hombre empalmado, hombre encorvado.

Si consigues que tu amada responda a tu llamada al amor, verás cumplidos tus sueños y tu vida no será tu vida, será su vida. Vivirás por y para ella, la necesidad de estar juntos será tu lema, saciar su pasión tu cruzada y compartir vuestra existencia la meta.

Ahogada pero no extinta la desenfrenada actividad sexual de los primeros meses llega el momento del amor cómplice, de las confidencias del pasado, de los relatos de anteriores amores y de los primeros enfados.

- Venga, tonto. ¿Es que no confías en mi? Tu vida no me pertenecía entonces, dímelo todo, que no me enfado, te lo juro.
- Bueno, novias, novias lo que se dice novias, no he tenido ninguna antes que tu, solo rolletes..de aquí te pillo aquí te mato.
- Y, ¿te has acostado con muchas?
- No, que va. Como mucho con cuatro o cinco.
- ¿Cinco? No has perdido el tiempo, cabroncete. Que tienes ventidós años.
- Eso no es nada, el Pelusa se tumba a todo lo que se mueve, jeje, eso es ligar. Yo a su lado soy el Abad de Silos.
- Pero ahora ya solo me deseas a mi, ¿no, canalla?
- Ya solo a ti, para siempre mi amor.
- Y, ¿Conozco a alguna de tus ex?
- No creo, a lo mejor a Zoraida
- ¿A esa Ppppelma? Menuda Zzzzangolotina. ¿Y esa te gustaba?
- Es que tiraba mi amor. Solo la quería para aliviarme, que para los hombres es una necesidad fisiológica.
- Pues nada. De eso no vas a tener que preocuparte más porque vas a estar tan aliviado que cuando estés suelto, solo de pensar en otra te va a dar repelús.

Pasan los años y la rutina se establece en la pareja. Solo quedan dos soluciones. Ruptura o Boda. Y la gente se casa.

Y es entonces cuando las mujeres desentierran el hacha de guerra para conseguir el poder en la pareja. El anteriormente macho dominante que se permitía seguir con su pandilla de amigos, sus cañas y las copas del fin de semana, la partida semanal y alguna correría suelta, pasará de ser el encantador de serpientes con el áspid encantado por la sintonía de su música a tocar la melodía que prefiera la cobra.

Pero este proceso es lento y trabajoso. En algunos casos dura años de ardua labor de fino trabajo psicológico. Entiendo que cuando una mujer se enamora de alguien, no todo es atracción física, tiene que haber una admiración por algo más. Su aspecto informal, ligeramente desarreglado. O su impecable estilo de gentleman inglés, siempre perfecto. También su forma de pensar y actuar, en definitiva, un conjunto de virtudes que llaman poderosamente su atención hasta caer rendida a tus pies.

Comienza por las cosas pequeñas, valiéndose de sus armas de mujer.

- Venga cariño, recoge tú la cena que estoy muy cansada.
- Te toca a ti. Yo también estoy muy cansado.
- Venga amor, ¿no le vas a hacer ese favor a tu nena? Te lo recompensaré con creces. Y cedes la primera.
- A continuación, ese tierno ser un poco descuidado que deja los vasos sucios en la mesa, salpica unas gotitas fuera de la taza, y en un descuido deja los calzoncillos sucios en el baño, pasará a ser amonestado, de forma suave al principio y de forma contundente según pasan los meses. De ser una cabeza loca al que todo se perdona pasará a guarro de pocilga en tono bemol con la intensidad sonora de una sirena de ambulancia.

Tengo que hacer un inciso acerca de las gotitas alrededor de la taza. La fuchinga en su modo estándar es blanda y acomodaticia. Descansa hacia abajo, de lado, mirando al cielo dependiendo del tipo de ropa interior y cuando ve la luz por causa de una urgencia mingitoria no recupera un estado inicial ideal como los metales con memoria, sino que por su morfología, a veces tiene fácil manejo y otras, bien por la posición del prepucio o simplemente por defectos de fabricación dificulta la puntería habiendo que rectificar el tiro en el acto. En el acto de mear, me refiero. Es por ello que unas gotitas de vez en cuando no son un acto premeditado, al contrario, es la constatación de que tenemos entre manos un ser con vida propia y un comportamiento aleatorio. También la conclusión de la operación requiere de unos movimientos de vaivén para evacuar todo el contenido, quedando las gotas con una escasa presión ejercida de forma manual, lo que las precipita frecuentemente al suelo. Independientemente de la exigencia y pericia ya lo dice la Regla de Salcillo. La última gota al calzoncillo. Recomiendo a los lectores un examen visual del lugar antes de abandonar el retrete y en caso de pérdida de combustible recurrir al papel higiénico.

La cuestión es que las mujeres van tomando pedazos de poder, limitando tu libertad en pos de una convivencia mal entendida. Si esta mujer se enamoró de mi sabiendo como era, ¿Por qué me quiere cambiar tanto?. Porque ellas no quieren una pareja. Quieren un hijo y le tienen que educar.

Cuando al fin, después de trabajar diez horas y participar activamente en las labores domésticas, cuando ya estás amaestrado y te has vuelto un ser ordenado por la providencia de ella, preguntas si váis a dar un paseo o a tomar algo y responde. NI LOCA insinúas que te vas tu solo y te responde. ¿Qué pasa, es que no estás bien conmigo? Si cariño, es que voy a tomar algo con el charli y el pepón que hace mucho que no les veo. Responde: Pero si estuviste con ellos hace nada. Si mujer hace 3 meses, pero no te preocupes que ya me abro una cerveza y me la tomo aquí. Hermano, ya no eres nadie.

Mi amigo Monti lleva jugando una partida todos los Jueves por la noche desde que tenía dieciocho años. Ennovió y matrimonió y aunque reconoce un gran trabajo de monta y doma por parte de su mujer no ha faltado un solo Jueves a su partidita de póker. Hace unos meses salió de casa con cuarenta de fiebre, absolutamente enfermo hasta el punto que los compas de la partida le llevaron a un hospital donde quedó ingresado por una neumonía. Pasada la recuperación volvió a su partida acojonado por la bronca de su mujer. Eres un inconsciente, llegas tardísimo, ya no tienes edad de hacer gilipolleces, cabrón malmarido y esas lindeces que sueltan las hembras enfurecidas. Me contó: la partida es el único reducto de libertad que me queda. No pienso ceder, cueste lo que cueste. Si un Jueves no salgo, nunca más lo haré. Menuda es mi Adelina.

En fin, amigos Que os sirva de algo. Pero, ¿Qué haríamos sin ellas?

1 comentario:

maría mariuki dijo...

¡¡¡¡¡¡Aaaaaaay, las partidas!!!!!!!,
Cuántas discusiones habrán causado ellas solitas. O yo o las cartas ya lo sabes..... y al final es ella y las cartas.¡¡qué se le va a hacer!!