sábado, 5 de diciembre de 2009

UNA HISTORIA INACABADA

Hacía años que no veía a Ramón. Le recordaba pálido y desaliñado, escaso de carne pero no excesivamente delgado, con la cara marcada por los años de tensión en la lucha sindical, ojeras color berenjena semiocultas por las lentes de las gafas bajo unos ojos sagaces y brillantes, cuando los rojos creían firmemente que eran peones de brega dispuestos a inmolarse en el trullo y que si les encarcelaban llegarían otros iguales para seguir hasta que aquello reventase o se consiguiera el objetivo.

En la tertulia del Jueves hablamos mucho de gastronomía. La política pasó a la historia porque defender ideologías era tan aburrido e inútil que estuvo a punto de acabar con las reuniones y los temas candentes de actualidad no daban más juego que el chascarrillo insustancial y esa burla indecorosa que los agnósticos utilizamos para relativizar la importancia de las cosas. Cuando te reúnes con gente que solo disfruta de cosas tangibles, como las tetas de una dama o un habano de fumada larga, la comida y la bebida son temas recurrentes que dan mucho de si. Todas las semanas, de siete a once, corren la cerveza, el whisky y algunos botellines de agua para hígados acartonados en vía muerta que han preferido el tedio de la longevidad incierta a la cornada de burro que supondría seguir metiendo alcohol en las venas. Así, cada uno dentro de sus posibilidades, presenta las novedades que ha visitado durante la semana, se revisan viejos templos que antaño fueron de primera para ver si han perdido fuelle y se examinan platos y vinos con la exquisitez y puesta a punto de una liturgia.

- El otro día fui al nuevo bar de tapas de Paco Roncero, en la plaza de Neptuno. Calidad excelente y buen precio. Debéis ir antes de que se llene porque entonces bajará la calidad y subirán los precios, dijo Ernesto. Cuatro platillos maravillosos y una botella de cava gran reserva por cuarenta euros es un regalo. Seguro que está promocionando el local porque si no es así, no le encuentro explicación.

Conociendo a Ernesto, era una apuesta segura. Cambié la cita del Martes y le propuse a mi cliente vernos allí. Prefiero una comida ligera en las mesas alrededor de la barra que el tostón del restaurante formal donde todo se aplaza hasta los postres y acaba sin resultados cuando de la botella de armagnac no queda ni para flambear una pularda.

Llevábamos una hora entre bocados deliciosos, casquería emocionante junto a sorprendentes combinaciones de sabores y buenos vinos , cuando le vi entrar. Su aspecto había cambiado, no así su peso ni sus facciones que seguían manteniendo el porte progre enfundado en un gabán caro de pelo largo y esa mirada sagaz que ahora buscaba entre la multitud una cara conocida o un saludo a mano alzada que le indicara la ubicación de su acompañante. Pasó a mi lado sin mirarme y se sentó junto a una señora elegante de piel blanca y hermosos ojos negros. Como suponía, mi reunión no llegó a nada definitivo y pasado un rato que se me hizo interminable, llamé al camarero para solicitar la factura mientras mi cliente salía apresurado a coger un taxi. No sé si reconoció mi voz o fue algo instintivo pero se volvió y nuestras miradas coincidieron dos segundos eternos hasta que levantó la cabeza y dijo:

- Fabián. ¿Porque eres Fabián, no?
- Si Ramón, el mismo. Hace tanto tiempo..
- Me alegro de verte.¿Tienes prisa?
- Toda la tarde libre; diría más, toda la semana libre.
- Despido a esta dama y te invito a una copa.
- Te estaré esperando.

Las últimas noticias que tenía de él eran que dejó la política en el momento en que Felipe ganó las elecciones. Después de una transición muy dura y haber pisado Carabanchel en dos ocasiones, alguien del sindicato cortó su meteórica carrera y le relegó a un puesto como figurón sin competencias ejecutivas. Hicimos una cena en su honor para entregarle una placa pero no se presentó. Le llamé decenas de veces y no contestaba al teléfono, fui a su casa y parecía vacía. Nadie supo más de él hasta que el tiempo borró su recuerdo, pero yo seguí confiando en que volvería a ver a Ramón, mi gran amigo.

Le vi salir con la mujer de ojos negros y besar sus mejillas . Entró en la sala con la mano por delante adelantándose al apretón que me quería dar, pero no sucedió así. Evité su mano y me refugié entre su abrigo y sus huesos con el abrazo hondo y cálido que sólo se da a un padre o a un camarada. Fue un minuto de calor intenso y emociones reprimidas, el resumen del cariño que nos profesamos y tanto añoraba.

- Ramón, compañero, te encuentro muy bien.
- Yo a ti también y eso que han pasado venticinco años.
- Cinco largos lustros. En esta ocasión no parece que fue ayer.
- Vamos a sentarnos. Tenemos mucho que contarnos.

Pedimos unas copas y parecía no saber por donde empezar. El salón semivacío agrandaba los silencios y los ruidos de los camareros recogiendo las mesas daban un tono de realidad a un encuentro que exudaba emociones y recortaba las palabras. Le rogué calma y que se remontara al ochenta y dos.

Encendió un cigarrillo rubio, tomó un sorbo de ron y comenzó el relato.

Todos en el sindicato esperabais mi presencia en la cena que me organizaron Gálvez y Trujillo. Después de tanta lucha aquello me pareció una fechoría. Era como si a un bravo militar, después de una guerra, le pusieran una medalla y le enviaran a un despacho. Si acudía a la cena estaría dando por hecho que aceptaba resignadamente el puesto y sería un culo encima de un sillón de cuero. Yo no quería semejante cosa. Me estrujaron y me lo querían agradecer con un sueldecillo vitalicio de lameculos, así que decidí dejarlo todo, cerrar mi casa y marcharme a algún sitio donde me sintiera útil.

Estuve de temporero varios meses, subí a la vendimia francesa, de allí a Alemania con un contrato en la construcción y más tarde a Suiza donde encontré la paz necesaria trabajando en una panadería. Aprendí el oficio, incorporé nuevas recetas y compré un viejo horno en un pueblecito de montaña. Al calor de los panes calientes, en la soledad de las noches gélidas de los Alpes, olvidé mis rencores y comprendí que la felicidad no se alcanzaba con el cargo sino con la satisfacción del trabajo bien hecho. El negocio prosperaba por la afluencia de visitantes y tuve que contratar personal. Nadia, una muchacha polaca me ayudaba en la tienda y Tarik, un recio turco amasaba los bollos mientras yo me concentraba en encontrar nuevas texturas. Comencé a importar harinas de diferentes lugares para experimentar. Esa vez mezclé harinas castellanas y griegas de diferente fuerza, añadí levadura madre que se hacía querer lentamente en la fría alacena y dejé fermentar la masa cerca del horno hasta que triplicó el volumen. Aquello parecía un pan globo, hinchado, áspero y tan lleno de aire que parecía que iba a estallar.

** Continuará

miércoles, 9 de septiembre de 2009

RESOLUCION

Esta mañana, en la sala de un velatorio, con la trapa de su mirada recién echada y el sillón de cuero ardiéndome en el culo, decidí seguir entre vosotros.

Cambié el asfixiante aire acondicionado por la fresca calima africana del mediodía. Busqué sombra en un banco al pie de una farola y allí, en esa media distancia que hay entre un sofoco y un alivio, vi a aquellos a quienes de verdad nos importaba el muerto y pensé que ese puñado era una turba. Nunca tan pocos abultaban tanto ni los susurros eran tan ruidosos.

Vosotros, mi multitud, me habéis animado a seguir y así será. Sacaré de la caja las herramientas que lo controlan, dejaré de mirar la procedencia de mis huéspedes y haré de mi blog un disfrute sin más obligación que no tenerla, pero dejadme empezar de cero.

Soy un vago miserable. Me cuesta esforzarme y lo que escribo me desazona. No es literatura, es un estilo de ser. Espero que no me tengáis en cuenta la abundancia ni la escasez.

Vuestro afectísimo.

Martín

domingo, 3 de mayo de 2009

REFLEXIONES

Algo más de un mes alejado voluntariamente de mi blog y alrededores. Resulta que un día, no sé cómo ni por qué, decidí dejar de escribir en este cubículo. ¿Desilusión? Seguro. Si algo en lo que pones parte de tu alma no progresa, termina por agotar. Quizás he puesto demasiada fantasía en esto. Prestidigitador de mis estadísticas, asumía como estancias, rápidas pasadas por la meta hasta que San Google me lo explicó. Aquellos que llegan a tu casa, son, la mayoría, hijos de la nada. Engordan tus gráficos de calorías vacías, como el alcohol. Llenan la panza pero no alimentan. Visitantes de verdad, de los que leen tus desvaríos, tienes muy pocos.

Renegué del medio porque daba todo lo que podía. ¿Acaso se puede pedir más al que lo da todo? Depende del objetivo. Si el objetivo es pasar por la vida como uno más, no. Claro que no. Pero en mi connivencia con la vanidad del halago pasaba las semanas en el limbo de las 25 visitas diarias como si fuera el objetivo a llegar. Y lo conseguía. ¿El último fin? Escribir en otro lado. Llegar a más gente, más visitas, más posibilidades de que alguien te diga. Tio, eres bueno, escribe para mi.

Cuando supe que los habitantes de mi blog pasaban por mi casa con la indiferencia de un lerdo, me enfadé. Terriblemente. Los buscadores mandan tráfico muerto, igual que la gente que pasa delante del escaparate de una relojería. Desde dentro tienes la sensación de que miran, pero pocos entran y menos aún compran.

Todo ello por pretender mejorar. Antes contaba historias, ahora quiero contarlas bien. Para ello, y sin una cultura lingüística, siendo un pésimo lector, arbitrario y poco dado a seguir el rumbo de lo establecido como bueno, lo que antes era pan comido se ha convertido en un galimatías en el que no sé si lo que escribo está bien o es una puta mierda. Quiero que quede constancia que he leído escritores consagrados que escriben mucho peor que yo, y que he leído en los alrededores de este blog, relatos magníficos que merecerían estar en los altares de la literatura.

Hay dos cosas que me apetece hacer. La primera, felicitar por su blog a mi querida Aliere, y decirla que acepto el reto y contestaré a su meme. Es tal la putada, que se me erizan los vellos pero cumpliré. La segunda, por mi querido y admirado Gustavo Tisera, que me sugirió que rematara el último post. Lo haré con el mejor humor que pueda.

Para terminar, deciros que no sé si el instigador seguirá instigando. Lo más probable es que no, pero con total seguridad, Martín seguirá escribiendo. Si alguno quiere seguir mis andanzas, encontrará la manera de hallarme porque yo seguiré visitando su casa.

A los que reciben mis relatos por email, que no se preocupen. Los seguirán recibiendo aunque cambie de nombre, de estilo o de sexo. Hasta que me manden directamente a la carpeta de spam.

Besos y abrazos para todos.

viernes, 6 de marzo de 2009

CONTAGIOS FAMILIARES

Cuentan que si todo el mundo te abandona, siempre podrás contar con alguien de la familia, ese ente que arropa mendrugos, tapa falacias y alborota notarías. Son muchos los beneficios de formar parte de una familia extensa, también muchos los inconvenientes, pero de todos ellos el peor es el contagio.

Hace años que mi primo Abundio matrimonió con hembra sana, dentadura completa y osamenta sin quiebra a la que sometió a un chequeo preventivo antes del casorio por si hubiera oculta alguna enfermedad silente, dado que había antecedentes familiares de males congénitos, pero del laboratorio salió una nota de su amigo el Dr. Toliga que decía:


INFORME MÉDICO

El estudio fisiológico realizado con analítica completa, RM, RX, TAC craneal en plano axial potenciado en T2 y DP, coronal escalado en FLAIR y ginecológico manual con tacto extenso en vagina y útero con lubricación espontánea, presenta una morfología normal excepto en el plano genital donde demuestra hiperactividad circulatoria y sobreexcitación por referir actividad sensitivo-motora en el mismo clítoris.


CONCLUSIÓN:
Tu jaca está sana como un choto pero es más puta que las abubillas.



Así las cosas, se celebró la boda, dejó de hablarse con su familia por un grave asunto hereditario sobre una mesa camilla de 90 sobre el que pelearon las cuñadas, y pasaba las tardes de los domingos con su suegra y las hermanas de su mujer jugando divertidas partidas de brisca, degustando rosquillas y sorbiendo vino de misa que no tardó en provocarle una diabetes ya que de la copita para jerez, paso directamente a amorrarse a la garrafa y aguantar la respiración hasta que le salía por la comisura un hilillo que daría la comunión a siete curas en la misma misa.

Pronto llegaron los niños y con ellos las fiebres. Si uno se acatarraba, los demás le seguían, si otro enfebrecía, todos se calentaban. Pero lo que empezó siendo cosa de niños no tardó en pasar a mayores. En los cinco últimos meses, la mujer de Abundio enfermó de escarlatina, anginas y cagalera por contagio con su familia.

Abundio evitaba el mal suprimiendo besos, no probando viandas ni bebidas ajenas y sobre todo, alejándose de criaturas meadas, biberones sucios y chupetes infectos. Harto de cuidar de su mujer, decidió sin consenso suprimir las visitas a casa de su suegra, salvo causa de fuerza mayor y ambos pasaron una temporada libres de microbios.

Hace unos días recibió una llamada de su cuñado en la que le pedía el favor de hablar con su amigo el farmacéutico porque le escocía el mango después de haber estado con una meretriz que lo tenía rubio y que por las señas que le dio no era por el agua contaminada del Danubio sino por querencia excesiva al manubrio.

Ya en casa, Florita, inquieta en el sillón relax, movía frenéticamente índice y corazón simulando una circunvalación por aliviar el prurito, renegando de aquel pito, cuando Abundio llegó y la encontró de tal guisa.


- Se puede saber qué te pasa?
- Pues no lo sé. De repente he notado un picor y un escozor?
- Ahh mala mujer. Tu has estado en casa de tu hermana, ¿verdad?
- ¿Cómo lo sabes?
- Me ha llamado tu cuñado y tiene los mismos síntomas. Seguro que le habrás dado la mano o le habrás besado la cara, ¿A que sí?
- Si, claro, como siempre..
- ¿ Y no te ha dicho que le han pegado unas purgaciones?
- No, no me ha dicho nada.
- El muy cabrón. Ya verás cuando le pille. Se va de putas, se contagia y luego no tiene reparo en tocar o besar a otras, con lo contagioso que es eso. La próxima vez que tenga gripe voy a ir sin avisar y les voy a besar a todos. Así se tengan que meter una semana en la cama.
- Me asustas, hombretón.
- Es que cuando me da el nervio no me conozco ni yo.

martes, 17 de febrero de 2009

VUELVO A ESTAR DE MALA HOSTIA

Pensaban que los castillos de arena tenían forjados de hormigón y no. Siempre me pregunté cómo una familia podía pagar hipotecas de dos mil quinientos con dos sueldos, por buenos que fueran, y la letra del auto alemán tan ordinario de repetido, salir de farra y refocilarse en la playa tres veces al año aunque llenaran el carro de carrefur con féculas carnívoras y cervezas ignotas.

La banca organizaba el baile y hasta la más fea tenía pareja. Los particulares sin patio se compraban uno a trescientos sesenta asequibles latigazos con la esperanza de encontrar alivio a medida que el tiempo curara las heridas sin darse cuenta de que el verdugo cambia el ritmo e infringe más presión así se lo manden. Del sufrimiento al tormento y luego la rendición salvo que te hagan un apaño que solo servirá para aplazar el fin. Te jubilarás con la choza recién pagada y con la sensación de que las bravas de los domingos pican más que las gambas al ajillo que hace años no catas.

Las empresas navegaban entre líneas, circulaban en sentido contrario a la doctrina porque el guardia les daba pomada para suavizar el trance, licuaba el atasco de papel y posponía la cirugía necesaria que dicta la ética, hasta que del cuartelillo llegó la orden de parar. Los artistas de la huida adelante han dejado los encofrados al aire y a los encofradores con el culo al aire. La industria auxiliar se ha tupido de mercancías y letras y ahora, los lamentos se escuchan en los despachos de los abogados que disfrutan de la ruina actual tanto como del éxito pasado minutando millones a los pordioseros de armani. Mientras, en la cola del paro, los currelas solo aspiran a que no se acabe el presupuesto antes de que les llegue la firma.

Desde los púlpitos se escuchan gilipolleces. Está bien que los mandamases nos consideren necios porque nos lo merecemos, pero no es de recibo que tengan un concepto tan pobre de los que les aúpan a la silla. Los de la fila azul siguen utilizando la vergonzante farsa vegetal para desviar la atención, los medios afines les hacen el relleno y los que no son vegetarianos reciben recetas donde ponen a parir a la carne en vez de explicar los beneficios de la macrobiótica. Y con la que tienen encima, se callan. Ni un pataleo, ni un puñetazo en la mesa. La oposición se opone poco porque oposita. Concurso oposición a jefe de la oposición, con el barbas tísico, la revuelta en toda regla y los vegetarianos organizando la próxima comilona a placer, cuando deberían estar con las patas cagadas.

En medio de la galerna, se oye una voz que suena a sensatez. Un sonido leve pero cada ves más nítido. ¿De donde le vendrán las hostias? De todos los lados. Del gobierno que le odia porque fue y no continuó, de la oposición que les quita votos, de los nacionalistas que pretenden la exclusión por la ignorancia. Se envilecerá su figura, se rebuscará en su pasado y le dispararán al corazón, pero yo no veo sensatez en otro lado. SENSATEZ, preciosa palabra.

La mayor diferencia entre los políticos y yo no es la capacidad de gestionar patrimonios. Es que yo paso tiempo en la calle, miro a la gente, observo monederos, cuento calderillas, el negro de la farola me asalta con vehemencia, sé lo que vale un café, una lechuga, una caja de aspirinas. La economía no se mide por los datos macroeconómicos. A mi me basta con mirar la cara al camarero de la esquina que a las dos y media tiene cinco mesas vacías cuando hace seis meses llenaba a diario. Ese que tiene claro que si la cosa sigue así estará en la cola del paro esperando firmar antes de que se acabe el bote.

No pasa nada. Parecen mohines de guerra pero siguen sonriendo para que nos tranquilicemos los lerdos. Vosotros, imbéciles, sin rechistar que estáis en buenas manos, piensan.


Eso, y la gripe que no termina de divorciarse, y el mono de la ausencia. Por todas esas cosas vuelvo a estar de mala hostia pero se me pasará. Es algo que me sucede cada 18 meses.

miércoles, 4 de febrero de 2009

UNA HISTORIETA DE 30 PAVOS



1. INTROITO.

El Instigador en un charco, tal pareciera que le han fumigado con gas mostaza. Entre brebajes, sabanas sobadas y quilos de celulosa asomó la cara más pálida que haya visto excepto cuando voy al sacamuelas y me imploró ayuda.

- Chutas, por tu padre, échame una mano que se me hunde el quiosco, que yo vivo de esto y llevo sin publicar dos semanas, la gente piensa que me he vendido al capital y voy a escribir en papel. Tengo que publicar urgentemente, antes de la desbandada.

- Mira, gil, tu vives del cuento, pero no de escribir, que sigues viviendo de tus padres. No has dado palo en tu vida y lo del blog es lo más laborioso que has hecho desde el cursillo de la primera comunión. No te meto porque estás chungo pero deja de desvariar o te enchufo una galla que te suenan los mocos a calderilla de céntimo.

- Eres mi salvador, chutas, escribe algo que aguante hasta que me recupere, te lo suplico, algo de tus vivencias, tus vicisitudes vitales..

Le di una mediahostia y espabiló al instante. Recuperó algo de color en la mitad izquierda de la cara, tomó un sorbo de una botella de jarabe que apestaba a coñac y me hizo señas para que me acercara.

- Como pongas tacos, te eviscero los cojones.
- 100 pavos.
- 10.
- 50.
- 30.
- Hecho.



2. UNA HISTORIETA DE 30 PAVOS.

La depresión ha dado paso a la desolación. Me fui de la obra porque el propietario venía por la noche a robar los materiales para que se los pagara el seguro. Si no llega a ser porque peligraba mi finiquito le hubiera partido en la crisma el último ladrillo, pero le he dejado un buen regalo. He instalado en la caseta a unos primos rumanos de Catón, un palmero que fue de Caracol y que como él ha cubierto bastantes géneros. Dieciséis de edades variadas más un galgo igual de flaco que la silueta de un folio, son suficientes para que el efecto llamada haga del solar un campamento en toda regla antes de que llegue el fin de mes. Con la luz de obra y dos puntos de agua, los quinientos metros, bien aprovechados, dan para una población de seiscientos y para desalojar eso, la bofia no tiene furgones suficientes en toda la comunidad.

El hambre aprieta y los lilas abundan. El tocomocho sigue funcionando pero pena prisión, por lo que hay que buscar la falta, no el delito. Por ello, nada más simple que los triles para que los flojos aflojen y los puntos, tres son los necesarios, sostengan su nivel con elegancia, de manera ambulante y libre de inversiones. El topo, virolo sin llegar a ofender posiciona un ojo en la mesa mientras el otro se desentiende oteando el panorama, es el que apuesta y siempre gana, pica a los tordos que se dejan la mosca mientras el anguila, rápido como un calambre, vigila a la pasma y grita agua en cuanto ve un uniforme azul o un jipi sospechoso de ser de la secreta. Tres reinas de papel, a ser posible de D. Heraclio Fournier que las de China se desbaratan enseguida, cambian de lugar mientras el ojo bueno busca a la de copas que es la ganadora. El topo apuesta y gana, anima y dice por lo bajini a los demás que acierta porque la dama tiene una marca casi invisible y cuando los memos ambiciosos ponen la talegada, yo que soy mañoso y nací con esa virtud, meto la uña en la señora de bastos y allá que van los dineros de los pardillos que me guardo en el chaleco con los primos trinando y desplumados.

Total, en una mañana me saco cien sin abusar, que el personal está canino y escribiendo lo conocido me levanto treinta en diez minutos. Lo tengo decidido: por la mañana trilero, por la tarde, escritor.

miércoles, 21 de enero de 2009

CORRESPONDENCIA SIN FRANQUEAR

Estimada S.

Sobreponerse a una ruptura no deseada es similar al resultante de una patada en los testículos. En el acto caes fulminado, te retuerces de dolor, imploras alivio, el aire es plomo que impeles por tu garganta candada mientras por el vientre sube una ola caliente que te martiriza. Poco a poco, con el paso del tiempo, todo se suaviza, se va apagando hasta que solo queda un mal recuerdo.

Tenía 31 cuando te vi la primera vez. Falda escocesa, medias gruesas que se escondían en unos zapatos de invierno, suéter rojo de cuello alto debajo de un abrigo azul y unos guantes finos de ante que parecían no protegerte del frío de Febrero. En tu cara lozana brillaba el pelo del candeal color del pan y de tus facciones de mármol , me impresionó un leve gesto mordaz de mujer que se sabía dentro de un cuerpo minado de tentaciones, pero fue tu sonrisa lo que me desarmó. Muchas veces maldije el día en que nos presentaron.

Algunos días más tarde coincidimos en aquel bar, ¿recuerdas? Allí vencí mi absurda timidez y me acerqué a tu lado con la esperanza de conocerte consciente de que tu amabilidad no pasaría de compartir unos segundos en los que me dejarías claro que tu objetivo no era yo. No fue así. Viendo que no había una silla libre, te levantaste y nos acercamos a la barra.

Hablamos de ti, de tu trabajo de enfermera, la vocación ante la ambición y también de mi, de mis ansias de triunfo, de tu perfume que olía a seducción y de mi barba de tres días, de tus ojos negros y mi pequeña boca. Bebimos y brindamos por el encuentro. No recuerdo más que volví a casa flotando entre los copos, que soñé despierto con besar tu boca, sorber tus pechos y amarte hasta el desmayo.

Te fuiste hace diez años un Abril soleado con un bolso repleto de cosas y una maleta negra con ruedas que sonaba como si arrastraras un ataúd con mi cadáver. De tu orgullo quedó en el suelo un reguero que no me atreví nunca a pisar y de mi inconsciencia, un charco de lágrimas de cera que enturbió mi vida y empecé a frotar mucho tiempo después para poder ver en el reflejo, el rostro aliviado del drogadicto rehabilitado que ha superado la adicción pero sigue siendo vulnerable.

Por eso me extrañó tu llamada de ayer. Me hablaste de fracasos actuales y recuerdos pasados, de queso y vino en aquella pradera. Me hablaste de mí, de mi absurda y genial locura que te hacía reir y que tanto añoras. Me hablaste de volver a vernos, pero no. He cambiado la antigua tarima de mi pecho. La desclavé con mis manos hasta casi desangrarme y así estuvo, desnudo, hasta que una alfarera maravillosa lo vistió de barro cocido que admite las manchas de la locura y se limpia fácil con la bayeta húmeda de la complicidad.

Espero que lo entiendas. He sustituido el queroseno de la turbina por las paladas de carbón en mi caldera de vapor. Ya no practico el vuelo libre. Prefiero los viejos raíles que lentamente me llevan hasta mi destino con parada en todas las estaciones.

Te deseo lo mejor.

M.

lunes, 12 de enero de 2009

RELATO A TRES BANDAS. CIMBRAR; ESCANCIAR; TACTO

Este relato ni empieza ni termina aquí. Forma la segunda parte de un todo, un juego literario en el que nos hemos embarcado tres blogueros a los que nos gusta eso de escribir. Esta vez, nuestra mano inocente, Marcela -gracias por tu colaboración- nos facilitó 3 palabras, las sorteamos junto con los turnos y el resumen del partido fue el siguiente:

El blog de Tamara inicia el reto con "cimbrar" que pasa la historia al blog del Instigador que regatea y avanza en el relato con "escanciar". Termina su jugada con un pase directo a Avellaneda que con "tacto" marca el tanto en el minuto final.

Esperamos que os guste y disfruteis como lo hemos hecho nosotros ¿Acaso no es esto Web 2.0?





ESCANCIAR


- Lo firmaré con pluma o no habrá acuerdo, dijo Pedro.

El abogado con la camisa estampada de tinta hizo un gesto de fastidio y rebuscó en el cajón hasta que encontró una roja, de plástico y la punta sucia. Pedro la cogió y sonrió levemente cuando vio que era de propaganda de un sitio sospechoso.”El Edén del Placer”. La probó en una cuartilla marcando elipses hasta que la tinta fluyó sin interrupciones y, con la delicadeza de un oso, rubricó el acta de divorcio con una firma tosca de trazos desiguales, como si apuñalara el papel, mientras su cara permanecía impávida, la misma que tenía desde que vio aquella luz cegadora sobre la terraza.

- Todo tuyo, Carol. Te deseo que seas feliz.
- Creo que lo celebraré con el abogado,.. cuando se cambie de ropa.
- Cuídate de dar la talla, querida. Me temo que es muy exigente con las mujeres y le gustan las putas refinadas, dijo mientras tiraba la pluma roja a la papelera. Hasta nunca.

Pensó en irse al hotel y dormir un rato, pero se imaginó una langosta thermidor al lado de botella de blanco ossian 2006 y tomó un taxi hasta ese restaurante donde la preparan tan bien.

Llegó el camarero con el vino y le sirvió una muestra esperando la aprobación pero Pedro sabía por el limpio color topacio que estaba en su punto.

- No necesito probarlo. Por favor, escancia una copa generosa.
- ¿Escanciar desde lo alto, como la sidra?
- Escanciar significa servir vino en la mesa. Hazlo como quieras pero si pretendes tirarlo desde un metro de altura, avisa antes, que me retiro.

Tomó un bocado, sorbió un trago largo y se detuvo pensando en esa mañana.

Es curioso. Después de la firma la vi pletórica amarrada al brazo del letrado, se contoneaba ante mi como si quisiera darme celos ahora que ya no es nada, solo el recuerdo de un vino dulce en la boca que amarga al paso por la garganta. Nunca entendió que el amor y el fuego tienen los mismos componentes; calor, oxígeno y combustible. Si alguno de ellos no está presente el fuego se apaga y el amor se pudre hasta convertirse en un rescoldo que necesita un manguerazo que lo liquide. Carol me dio calor mientras el combustible de mi cuenta brotaba por la manguera de mi surtidor a cientos de galones , pero los negocios tienen ese componente en el que la mejor organización y el más perfecto plan se pueden torcer por el aliento insípido del azar o la incomprensible concatenación de cabronadas de un entorno que nunca dominas. ¿Acaso tengo yo la culpa de que la bolsa baje o los bancos quiebren?. Está feliz porque ha conseguido lo que quería, la casa de campo y el piso del centro, muebles y cuadros, pero me queda dinero en la cuenta y mi masserati. Y oxígeno, todo el oxígeno que me quitó en su posesiva relación, me dejó sin pulmones y pasé a respirar con las branquias de las angulas y el tiro de una chimenea con un picasso encima. Solo por eso, por recuperar mi libertad, ha merecido la pena.

Imaginó a Carol en la cama con el abogado y no sintió nada. Su cara seguía inmóvil y solo manifestaba un rictus de sorpresa cuando recordaba que esa mañana, recién duchado, salió a la terraza del ático y vio a menos de cien metros la fulgurante luz de una máquina silenciosa encima de su cabeza, y la misma sensación de paz que vivió durante aquella lipotimia.

Ya en el hotel, tumbado en el sofá, oyó que llamaban a la puerta.

- Servicio de habitaciones. Su whisky señor.
- Pero,.. yo nunca tomo whisky..

Fue entonces cuando levantó la cabeza y cerca del dormitorio, a través del ventanal que daba a la plaza, vio una luz inmensa, como si una gran ola al contraluz en un atardecer de verano fuera a arrollar la estancia.

Saltó de un brinco, abrió la puerta rápidamente y no encontró a nadie. En el suelo, una bandeja de plata y una nota color azul.

Para continuar leyendo...

jueves, 8 de enero de 2009

COSMÉTICA MASCULINA


Algunos años atrás, no muchos, parece ser que alguien notó que la piel de mi rostro estaba algo seca y pequeñas arrugas surcaban mi frente. Ante tanta insistencia, después del afeitado, puse sobre mi cara en una dosis mínima que no valdría para el entrecejo de una mujer, mi primera hidratante. Fue visto y no visto. Algo del interior succionó el ungüento y no sé si más hidratado, pero si más brillante, salí a la calle. Al día siguiente noté que mi aspecto no había variado y por mor del amor, me apliqué otra capa, esta vez más generosa que tardó bastante más en absorberse. Hasta mi madre habló de la mejora, la diferente textura, la reducción milagrosa de las líneas horizontales que cruzaban mi frente como guías para el encaje de una boina a rosca. Yo, inconstante, abandoné la terapia ante las protestas de las mías y de mi cara seca surgió la mueca, el pellejo y los surcos que dejaron el frontal preparado para la siembra.

Probé de nuevo con la misma crema, pero no funcionó. Sin duda necesitaba algo más fuerte. Me recomendaron una anti-edad con huevinol, un componente milagroso extraído de los cojones del ñu y en poco tiempo recuperé el tono y de mi frente, las arrugas parecían haberse borrado con goma de nata milán.

Después de una noche de bureo, algo de mandanga y un gatillazo histórico, me levanté zombi. Al mirarme al espejo, intuí, que no vi dado mi estado, que debajo de los ojos sobresalían dos zurrones de aspecto tumefacto, violeta tornasolado, que daban la impresión de que me habían moldeado el rostro con un puño americano. Consultada la experta, me recomendó un lapicero con efecto polar que si bien no quitó la inflamación, modificó el color hasta tener el dorado aspecto de las mollejas a la parrilla. Cambié de vida pero no de amigos y sistemáticamente, cada vez que daba a mi cuerpo macarena, necesitaba retocar mis ojeras con las mismas pinceladas que utilizó Velázquez para pintar las meninas.

De ahí pasé a los párpados que necesitaban un persianista que les arreglara la cuerda porque aquello no subía del todo. Más tarde me hice adicto al colágeno, y uso retinol para la papada que tiende a descolgarse como un geo haciendo rapel. Ya tengo más potingues que mi mujer y tardo en aviarme por las mañanas el mismo tiempo que Sara Montiel, o más, que ella usa espátula.

Hace unos días, alguien me preguntó la edad y, yo coqueto le respondí que cuántos me echaba. Ytantos, me dijo. Coño, me acertó de lleno.

No se si el tipo era miope, tonto o lo hizo por joderme. Pero si actuó de buena fe, yo me pregunto. ¿Quién me mandaría a mí empezar a utilizar cosmética masculina? Lo que queda claro es que, si tu cara no es como el desierto del Gobi, no empieces. Son más peligrosas que las drogas, necesitas cada vez más, de mayor precio y no hay clínicas de desintoxicación.

PD. Si a alguien le han regalado alguna de biotherm o clinique y no piensa usarlas, ruego me las done, que estoy bajo mínimos y con la cuesta solo me da para las de mercadona, y esas ya no me hacen efecto.