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miércoles, 24 de septiembre de 2008

LAS URRACAS

A las urracas les gusta todo lo que brilla. Otros prefieren el fulgor asesino de la explosión, la bola de fuego que arrasa con todo, el aire comprimido que descuartiza miembros. Segovia no es Euskadi y para muchos segovianos ingresar en el ejército era la única forma de conseguir un trabajo porque allí no hay industria; solo funcionarios, camareros y dependientes. Un tipo que a los 45 alcanza el grado de Brigada no es más que un proletario en el sentido estricto de la economía aunque esté condecorado con las hermegildas. Las medallas pesan en la solapa cuando los desfiles se alargan y el brillo de la bayoneta es ahora fruto del lustre y no de la bilis de los atravesados.

La macabra farsa del terror sigue cotizando en los corros de Bilbao hasta que el volumen de negocio sea suficiente para que los chartistas crean que ha llegado el momento de ascenderla al Ibex. Allí, mano a mano, echarán otra partida inútil.

Será de nuevo una marrulla donde los tahúres apuesten lo que no tienen y el resultado, el de siempre. Se comenta en las mesas de juego que los mirones son de piedra y dan tabaco, pero en este caso, son dueños del garito. Vigilarán la partida desde el taburete mirando por encima de las cabezas de los puntos, examinando jugadas, apuntando debilidades, tics nerviosos y cambiando el efectivo por fichas con las que ganan su comisión que les reporta algo más para llegar a la autosuficiencia.

El poker de los muertos no acabará hasta que los mirones sufran bajas. Será entonces cuando los seguratas de boina roja desparramen las cartas, expulsen a los fuleros, voceen su ignominia y les declaren enemigos públicos. Así será si así sucede.

Ayer había urracas en el cielo de Segovia pero no bajaron a admirar el perfil resplandeciente de los sables. No soportan el olor de la carne abrasada.

martes, 1 de julio de 2008

CITAS A CIEGAS

Nunca uso material ajeno. Si de algo puedo presumir es de la originalidad de mis textos. He suprimido párrafos enteros, algunos de gran efectismo cómico o dramático (según mi ladina portera en busca de propina), por el hecho de haber copiado la idea, que no el texto, de algún autor de mi preferencia.

Es por ello que no cito a otros en mis escritos ni uso ideas mangadas. Considero las citas sistemáticas como una forma de eludir la reflexión propia, un formato de empanadilla que pretende mostrar la inmensa cultura del columnista – o escritor- , poniendo una levadura química que incrementa la masa pero no siempre aporta , me aturde muchas de las veces por no conocer al citado ni su obra, salvo excepciones, y me deja el regusto leñoso y dulzón del paloduz ante la ignorancia propia y la admiración sospechosa del que maneja de cabeza tanta erudición que bien podría ser meramente enciclopédica o simplemente falsa. (*)

Pero el asunto vende. Raúl del Pozo, rey de la columna, marranalla en la jet, golfista en verdes tapetes. El fallecido Umbral, amante imaginario de ninfas reflejadas en hielos dorados de whisky. El académico Marías, profesor semanal de ética para huevones. Arcadi Espada, primo putativo de Pedro J. El histriónico Dragó y tantos... Lecturae interruptus, búsqueda inútil de la fuente y aceptación de mi vasta incultura. Algunos de mis columnistas preferidos y muchos otros se quitan de un plumazo el plomazo de inventar y me dejan a medias. Por una vez no seré menos.

Hace unos años sufrí un inconveniente sanitario que me dejó durante varias semanas con los dos brazos enyesados, manos incluidas. Pasaron los días y aquello que parecía lánguido, tomó forma ortogonal. D. Miguel Pichola de Alvariño, ya relató en su “Manual para onanistas mancos” que la masturbación emocional es más placentera que la mecánica, o de manubrio. Solo se necesita concentración, un objeto de deseo y un aprendizaje sencillo. Me instruí en las técnicas de compulsividad prostática con ayuda de un penthouse pero no podía cambiar de página. Lo levantaba entre mis muñones de escayola y al dejarlo caer se posaba invariablemente en el crucigrama. A otra cosa. Acudí a las fuentes del maestro Indio Mingam Durana y su “Sexo tántrico”. Hay que retrasar la eyaculación tantas veces como se pueda. Después se producirá un orgasmo sin pérdidas que podrá ser múltiple y enormemente placentero. ¿Retrasar la eyaculación? Si yo pudiera eyacular no necesitaría el tantra sino un buen tramo de papel higiénico. La tormenta pasó porque los purés de calabacín con apio que tomaba con pajita no me aportaban energía ni para un cuesco.

Libre ya de yesos inicié una rehabilitación que consistía en elevar pequeños pesos, mover las muñecas y ejercitar los dedos que habían perdido gran parte de su función y no valían siquiera para el aseo nasal en los semáforos. Aquello era largo y tedioso. Recordé entonces haber leído un escueto manual del célebre doctor venezolano Reynaldo Washington Manirroto, “Recuperación acelerada de lesiones óseas carpianas afectadas por desplazamiento de los huesos sesamoideos dentro del conjunto de las estructuras metacarpofalángicas de manos humanas y de simios antropomórficos” Decia así: (Texto íntegro)

Tome una pelota de tenis y apriétela tanto como pueda.

Aquello funcionó. No solo recuperé el movimiento habitual en tiempo record, también conseguí la disciplina que me faltaba para ser constante en mis proyectos. Saqué el graduado escolar a la temprana edad de 28, estudié por correspondencia el curso de radiotelegrafista de buques fantasma y me coloqué, pero no encontré trabajo. Trece latas de cerveza diarias y unos combinados fueron suficientes para dejarme al margen durante un largo tiempo. Sir Gordon Iamdrunk, en su disertación “El alcohol etílico: no haga caso de los médicos” afirmaba que no se debe considerar abuso perjudicial para la salud aquel que permite llegar a la cama por los propios pies, aunque sea ayudado del prójimo. Las cuatro úlceras de duodeno que sufrí debieron ser producto de una mala alimentación sólida dada mi afición desmedida por los melocotones.

Todo aquello pasó. Ahora sigo los consejos del gran Roque Fulero. Para vivir como un rico debes robar a los pobres. Para vivir como un pobre no robes nada. No hay peor cosa que estar preso por ser gilipollas.


* La cita como costumbre en columnas periodísticas o novelas. Es válida en ensayos y siempre que esté documentada.