miércoles, 13 de junio de 2007

NUNCA SABRE PORQUE ME PASO

Nunca sabré porqué me pasó. Solo su recuerdo me produce una profunda sensación de agobio, una intranquilidad interna que me presiona la boca del estómago, me dificulta la respiración tanto, que parezco un asmático en pleno mes de Mayo y me obliga a presionar con las manos el esternón forzándolo hacia atrás como si necesitara colocarlo unos centímetros más adentro. Me pone tenso y la ansiedad se apodera de mí con esa claustrofóbica emoción de estar encerrado en un ascensor parado durante horas mientras imaginas que se acaba el aire.

Respiro por la nariz profundamente hasta llenar el vientre que se hincha y el oxígeno va subiendo lentamente y llega a los pulmones. Allí lo aguanto hasta que necesito más y es entonces cuando lo expulso despacio, con la boca casi cerrada y la abertura mínima para que salga tan despacio como puedo.. y vuelvo a respirar. Repito la operación veinte o treinta veces más hasta que mi tensión se relaja y la presión del pecho va desapareciendo. Solo me queda un pequeño temblor de manos que mitigo con una taza de tila.

Nunca sabré el motivo. Quizás fue solo un caso de pura mala suerte, quizás mi ángel de la guarda anduviera indispuesto y se le olvidó protegerme. Lo realmente importante es que cambió mi vida. Ya nada será como antes.

Aquella imagen se repite con frecuencia en mi mente en los momentos más insospechados. El individuo portaba una arma parecida a una escopeta pero más gruesa. Acariciaba su cañón subiendo y bajando las manos protegidas por unos guantes. Miré su cara y vi un rostro que no olvidaré . Algo parecido a un sádico profesor con esa seguridad de estar haciendo un trabajo para el que está muy preparado. Me miró a la cara y me ordenó que me desnudara de cintura para bajo y me tumbara en una cama solo cubierta con una sábana de algodón tan blanca como el alma de un negrito desnutrido. Me miró fijamente y con una voz grave me aseguró que si oponía resistencia, el daño que me inflingiría sería mayor, pero que el sufrimiento era inevitable. Le supliqué. Estaba equivocado. Yo no era la persona que buscaba. Me ordenó callar indicándome que no le implicara, que él solo hacía su trabajo. Las órdenes venían de arriba.

Fueron unos segundos interminables. De repente llegó el dolor, intenso y punzante, duradero como si me taladraran las entrañas. Sentí como el aire entraba en mis carnes abiertas. No se si fue el daño físico o el terror del momento pero casi perdí el conocimiento.

Me sobrepuse en una camilla dentro de una sala blanca vacía. Estaba vestido y solo algo aturdido, pero el dolor seguía presente. Una enfermera se acercó y me tocó la frente. Me sonrió y me preguntó como me encontraba. Con esa prudencia que tan bién maneja el personal sanitario me habló de una confusión, de un gran error. Fui a hacerme un electrocardiograma y me hicieron una rectoscopia. Mi ansiedad actual no es por el dolor, que eso está olvidado, es solo por la venguenza que me da recordarlo. Colondrium grandis virgo rectum finit. Amen.

El Instigador

martes, 12 de junio de 2007

LOS HOSPITALES

La sanidad pública Española es una de las mejores del mundo. La razón principal es que atiende a todo el que lo necesita. En muchos países del mundo, solo aceptan a enfermos con la correspondiente tarjeta sanitaria. Si no la tienes, inmediatamente te informan del precio de los servicios y los tratamientos y si no dispones de dinero te envían a centros de salud de misericordia donde no pagas, pero la atención deja mucho que desear por falta de presupuesto.

En España eso no sucede. Cualquiera puede acudir a la sanidad pública y será atendido. El enfermo es lo primero. El que tengas, o no, derecho asistencial es un tema que se tratará después de haber recibido el alta.

Centros de Salud, Centros Especializados y Hospitales son la red sobre la que se teje el sistema sanitario, pero es en los hospitales donde la sanidad pública mejor demuestra su alta calidad asistencial.

Hospital viene de hospitalidad. También lugar de tratamiento y curación de enfermos. Es sinónimo de buen hospedaje. Para mí es un lugar lleno de batas. El personal sanitario la lleva verde, el subalterno la usa blanca y los enfermos la llevan…la llevan de cualquier manera menos tapando el cuerpo, que manda carajo con la bata de los pobres malitos. Es un trapo que no tiene botones y se abrocha por detrás con una cintita. Si te cubres solo con ella, por delante sienta bien, algo parecido a una chilaba moruna de cuello a pantorrillas, pero por detrás es diferente. Si te cubres solo con ella dejarás al descubierto la espalda alta, la espalda baja y y las piernas. No tapa nada. Sales al pasillo con tu botellita de suero subida a un palo y te dice un compañero de planta.

- Orencio, vaya culo blanquito que se te ha puesto en este hotel. Sube al solarium, hombre que se te pondrá morenito y te mejorará la vista.

- El ojo del culo ni lo nombres, que tengo las almorranas cabreadas, muy cabreadas.

Y es que hay enfermos que les miras y no parece que lo estén, todo el día fisgando y dando la matraca con su particular sentido del humor. Entran en tu habitación y te dicen.

- Soy el vecino de la ciento cuarenta y cuatro, raiz cuadrada doce. ¿Como está el operado esta mañana?

Y tú con cuatro sueros, mascarilla de oxígeno, y el estómago revuelto le dices.

- Como una rosa, mariconazo.
- ¿Cómo?
- Que me duele el bazo.
- Ten cuidado, que aquí se coge de todo, catarros, infecciones, neumonías, y mi compañero de cuarto ha pillado unas ladillas.
- ¿Las traería puestas, no?

- Según el, no. Pero no hay problema. Ya le he afeitado el peluquín y le he dado un esprai para matar cucarachas , que el barbero tenía un moscoso y a ver quién aguantaba un día con semejante riesgo.

Y se rasca los cataplines delante de ti.

- Anda, lárgate de aquí, guarro, asqueroso.

Y así van pasando las horas y los días mientras sueñas con que te den el alta.

Las enfermeras y auxiliares son el ángel de la guarda del paciente, siempre con unas palabras de aliento y una sonrisa en la boca.

- Como está hoy, Orencio.
- Agua.
- Orencio, que no puede beber, que acaba de salir de la UCI y tiene una raja de dos palmos en el estómago.
- Tengo Sed..
- Pues saliva, hombre, saliva.

Y tú piensas, si pudiera salivar ya notarías frescor en un ojo, tirana. ¿Qué mal me puede hacer un poquito de agua?

La cama es fundamental para el bienestar del enfermo. Está estudiada ergonómicamente para su confort y se mueve con un mando que nunca debería estar en poder de los familiares y las visitas.

Te encuentras cómodo, con el cuerpo estiradito y con esa cara de sádico que se te pone cuando escuchas a jimenezlosantos y llega tu mujer y te dice.

- Te voy a subir un poco la cabeza, que te pasas todo el día adormilado.
- Estoy bien así, maricruz.
- Nada, nada, te voy a incorporar un poco que luego no duermes y me das unas noches...Y voy a levantarte las piernas antes de irme a comer, que no quiero que se te hinchen de estar ahí.. tumbadazo.

No hay nada que hacer. Te deja hecho una V, se te concentra la sangre en el culo y se te ponen las hemorroides como morcillas de La Marciana. Y tu piensas, me voy a ciscar en tus muertos. No, mejor otra cosa que no sea cagar que solo de pensarlo me acojono.

En la vida normal, antes de tomar una medicina siempre se lee el prospecto, fundamentalmente donde dice contraindicaciones. Nefritis, colitis, gastritis, en ocasiones sube los niveles de fenilfedrato, en algunos casos, aumento de la líbido, BIEN, Tómese con precaución en pacientes con Hipercolesterolemia, YO, niveles elevados de ácido úrico, YO, propensión a los gases y malas digestiones, YO TAMBIEN , y te tomas la pastilla a co jo na di to. En los hospitales no. Te dan un vaso con diez o doce pastillas de todos los colores y te dicen.

Orencio, la medicación. Tómatelas todas, despacito, no te atragantes.

- Agua.
- Que no puedes tomar agua. Trágalas despacio, sin prisa.
- Las pequeñas, puede, pero es que hay dos del tamaño de un judión de la Granja.
- Trágatelas, ¡valiente!

Así pasa, que sales del hospital y con un buchito de zumo te puedes tragar sin esfuerzo las albóndigas de tu suegra, gordas y secas como un huevo de buitre.

Pero lo que un enfermo espera con ansiedad es la visita de los médicos. La ansiada anunciación del mañana te vas a casa, del se acabaron las visitas que no visitan, sino alborotan, de la pescadilla sin sal, de la familia que te trae bombones que se reparten, glotones ellos, sabiendo que no los puedes comer y que te regalan libros de autoayuda como, PODER MENTAL. TECNICAS DE AUTOCURACION, que si antes hubieras seguido los consejos del manual, en vez de estar una semana en la UCI con una enfermera a tu lado habrías estado en coma, acompañado por el cura del hospital, listo para darte los Santos Óleos. Por supuesto, todavía queda una larga estancia. Llegan los galenos, miran un cuadernito, te preguntan como estás, respondes, MAL, llama a la enfermera y le dice. Quita el fluorado y deja el salino. La expronixina la pasas de cuatro a dos y la refibrina la aumentas 10 miligramos. Todo en un minuto. Sale la procesión de la habitación y te quedas pensando. O son semidioses que todo lo ven en segundos o no me hacen puto caso y al final llegas a la conclusión. Son gente muy preparada, si no han estado más tiempo es porque me encuentran bien, es una buena noticia, o no. Nunca se sabe.

jueves, 31 de mayo de 2007

EL GARITO AL QUE VOY

El bar Wiomin es como su nombre indica mitad español y mitad americano. Un día le pregunté a Senén, el dueño, como había elegido un título tan lejano en la distancia. - Leí una novela de Marcial Lafuente Estefanía, me gustó y cuando cogí el traspaso, se lo puse. Antes se llamaba El Estudiante pero como los que vienen están casi todos jubilados, el nombre me parecía de chiste y lo cambié. Un nombre bonito de la pradera americana, toda llena de indios. - Vale Senén, ponme una sin. Si le dejo continuar me cuenta el asalto a un fuerte o un atraco a una diligencia.

El Wiomin no se parece al ambigú del Palace. Se asemeja más bien a un bar viejo de pueblo con estanterías catetas, carteles grasientos, varias fotos del dueño con famosos desconocidos, una máquina tragaperras que solo admite monedas de uno y dos euros, pero te paga los premios de veinte en veinte céntimos, una cocina virtual, porque nadie la ha visto nunca abierta y un baño minúsculo con la taza en diagonal porque no cabía de otra manera y donde el deporte más arriesgado es sentarse, no por la falta de higiene, que también, sino porque la postura que hay que adoptar puede ser motivo, al intentar levantarse, de graves lesiones de tan angosto y malparido que es el retrete.

La media de edad de los habituales es de 70 años, por lo general mal llevados lo que provoca frecuentes bajas temporales y algunas definitivas, como es el caso de Paco el Paleta, recientemente fallecido de un fallo multiorgánico que se lo llevó a la tumba en 48 horas. Nos sorprendió a todos la noticia, no por el óbito en sí, que eso estaba cantado desde hace años, sino por el motivo de la muerte. Todos pensábamos que por el aspecto de su cara solo le funcionaban dos órganos: La cabeza, lo justito para jugar al tute y el corazón para distribuir los 4 litros de vino que se metía todos los días. Decía Felipe el Platero. Joder.. fallo multiorgánico, eso es imposible que yo le he visto la chorra muchas veces y os aseguro que solo tenía un órgano, no múltiples. Venga Felipe tomate un chispazo y no jodas que está todavía de cuerpo presente. De cuerpo si, pero de mente seguirá tan ausente como siempre, si le tiene que durar la borrachera. En fin, no somos nadie y menos en el Wiomin.

No es precisamente un lugar demasiado limpio, solo lo justo para que no se lo cierre la inspección de sanidad y eso porque mandan a un inspector que perdió el olfato en un accidente. Teodora, la mujer de Senén es la encargada de la limpieza. Mujer ceñuda y de aspecto cerúleo, boca grande y bigote poblado. Hace la vida imposible a su marido como si fuera una profesional de la mala leche. Le regaña en público constantemente, se cisca en sus muertos, le urga la caja y se apodera del bote. También bufa, buf, buf, buf, como si resoplara. Los del bar la llamamos la bruja bufadora con su escoba siempre por renovar y la bayeta verdeoscurocasimugre que sujeta en sus manos de vieja zorra.

Pienso que es por ello que Senén no cierra nunca el bar, ni vacaciones ni fines de semana, ni fiestas de su pueblo. Cuando ella se va para no volver hasta el día siguiente puede respirar tranquilo, tomarse unos vasos de vino y mirar con la engañosa lujuria del que tiene el langostino caducado, a la chica del As.

La parentela del Wiomin se compone de personas de una categoría humana del tipo clase C. Casi todos honestos jubilados, no porque sean de naturaleza honrada, sino porque no encuentran las fuerzas o los medios necesarios para delinquir sin que los pillen. Todos menos uno, estafador confeso y convicto, en sus tiempos gran falsificador y mejor carterista al que el Parkinson le ha dejado un tembleque que le imposibilita jugar a las cartas sin que las desparrame por el tapete y que utiliza pajita propia que trae de casa y con la intenta atinar en el vaso para beber el vino que sorbe con un ruido parecido al de un lavabo casi atascado. Y es que en el wiomin no hay pajitas para que beban los niños su fantita de naranja, porque nunca entran niños.

Hay muchos personajes interesantes en el Wiomin. En otro momento os contaré algo del ya mencionado Felipe el platero, de D. Florencio Reales, el único parroquiano al que se llama de Vd, de Raimundo Pita Velarde Gómez de nosequeleches y algún otro. Gente de andar por casa que tocan los cojones en el bar porque si los tocan en casa les echan..de casa.