lunes, 12 de enero de 2009

RELATO A TRES BANDAS. CIMBRAR; ESCANCIAR; TACTO

Este relato ni empieza ni termina aquí. Forma la segunda parte de un todo, un juego literario en el que nos hemos embarcado tres blogueros a los que nos gusta eso de escribir. Esta vez, nuestra mano inocente, Marcela -gracias por tu colaboración- nos facilitó 3 palabras, las sorteamos junto con los turnos y el resumen del partido fue el siguiente:

El blog de Tamara inicia el reto con "cimbrar" que pasa la historia al blog del Instigador que regatea y avanza en el relato con "escanciar". Termina su jugada con un pase directo a Avellaneda que con "tacto" marca el tanto en el minuto final.

Esperamos que os guste y disfruteis como lo hemos hecho nosotros ¿Acaso no es esto Web 2.0?





ESCANCIAR


- Lo firmaré con pluma o no habrá acuerdo, dijo Pedro.

El abogado con la camisa estampada de tinta hizo un gesto de fastidio y rebuscó en el cajón hasta que encontró una roja, de plástico y la punta sucia. Pedro la cogió y sonrió levemente cuando vio que era de propaganda de un sitio sospechoso.”El Edén del Placer”. La probó en una cuartilla marcando elipses hasta que la tinta fluyó sin interrupciones y, con la delicadeza de un oso, rubricó el acta de divorcio con una firma tosca de trazos desiguales, como si apuñalara el papel, mientras su cara permanecía impávida, la misma que tenía desde que vio aquella luz cegadora sobre la terraza.

- Todo tuyo, Carol. Te deseo que seas feliz.
- Creo que lo celebraré con el abogado,.. cuando se cambie de ropa.
- Cuídate de dar la talla, querida. Me temo que es muy exigente con las mujeres y le gustan las putas refinadas, dijo mientras tiraba la pluma roja a la papelera. Hasta nunca.

Pensó en irse al hotel y dormir un rato, pero se imaginó una langosta thermidor al lado de botella de blanco ossian 2006 y tomó un taxi hasta ese restaurante donde la preparan tan bien.

Llegó el camarero con el vino y le sirvió una muestra esperando la aprobación pero Pedro sabía por el limpio color topacio que estaba en su punto.

- No necesito probarlo. Por favor, escancia una copa generosa.
- ¿Escanciar desde lo alto, como la sidra?
- Escanciar significa servir vino en la mesa. Hazlo como quieras pero si pretendes tirarlo desde un metro de altura, avisa antes, que me retiro.

Tomó un bocado, sorbió un trago largo y se detuvo pensando en esa mañana.

Es curioso. Después de la firma la vi pletórica amarrada al brazo del letrado, se contoneaba ante mi como si quisiera darme celos ahora que ya no es nada, solo el recuerdo de un vino dulce en la boca que amarga al paso por la garganta. Nunca entendió que el amor y el fuego tienen los mismos componentes; calor, oxígeno y combustible. Si alguno de ellos no está presente el fuego se apaga y el amor se pudre hasta convertirse en un rescoldo que necesita un manguerazo que lo liquide. Carol me dio calor mientras el combustible de mi cuenta brotaba por la manguera de mi surtidor a cientos de galones , pero los negocios tienen ese componente en el que la mejor organización y el más perfecto plan se pueden torcer por el aliento insípido del azar o la incomprensible concatenación de cabronadas de un entorno que nunca dominas. ¿Acaso tengo yo la culpa de que la bolsa baje o los bancos quiebren?. Está feliz porque ha conseguido lo que quería, la casa de campo y el piso del centro, muebles y cuadros, pero me queda dinero en la cuenta y mi masserati. Y oxígeno, todo el oxígeno que me quitó en su posesiva relación, me dejó sin pulmones y pasé a respirar con las branquias de las angulas y el tiro de una chimenea con un picasso encima. Solo por eso, por recuperar mi libertad, ha merecido la pena.

Imaginó a Carol en la cama con el abogado y no sintió nada. Su cara seguía inmóvil y solo manifestaba un rictus de sorpresa cuando recordaba que esa mañana, recién duchado, salió a la terraza del ático y vio a menos de cien metros la fulgurante luz de una máquina silenciosa encima de su cabeza, y la misma sensación de paz que vivió durante aquella lipotimia.

Ya en el hotel, tumbado en el sofá, oyó que llamaban a la puerta.

- Servicio de habitaciones. Su whisky señor.
- Pero,.. yo nunca tomo whisky..

Fue entonces cuando levantó la cabeza y cerca del dormitorio, a través del ventanal que daba a la plaza, vio una luz inmensa, como si una gran ola al contraluz en un atardecer de verano fuera a arrollar la estancia.

Saltó de un brinco, abrió la puerta rápidamente y no encontró a nadie. En el suelo, una bandeja de plata y una nota color azul.

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jueves, 8 de enero de 2009

COSMÉTICA MASCULINA


Algunos años atrás, no muchos, parece ser que alguien notó que la piel de mi rostro estaba algo seca y pequeñas arrugas surcaban mi frente. Ante tanta insistencia, después del afeitado, puse sobre mi cara en una dosis mínima que no valdría para el entrecejo de una mujer, mi primera hidratante. Fue visto y no visto. Algo del interior succionó el ungüento y no sé si más hidratado, pero si más brillante, salí a la calle. Al día siguiente noté que mi aspecto no había variado y por mor del amor, me apliqué otra capa, esta vez más generosa que tardó bastante más en absorberse. Hasta mi madre habló de la mejora, la diferente textura, la reducción milagrosa de las líneas horizontales que cruzaban mi frente como guías para el encaje de una boina a rosca. Yo, inconstante, abandoné la terapia ante las protestas de las mías y de mi cara seca surgió la mueca, el pellejo y los surcos que dejaron el frontal preparado para la siembra.

Probé de nuevo con la misma crema, pero no funcionó. Sin duda necesitaba algo más fuerte. Me recomendaron una anti-edad con huevinol, un componente milagroso extraído de los cojones del ñu y en poco tiempo recuperé el tono y de mi frente, las arrugas parecían haberse borrado con goma de nata milán.

Después de una noche de bureo, algo de mandanga y un gatillazo histórico, me levanté zombi. Al mirarme al espejo, intuí, que no vi dado mi estado, que debajo de los ojos sobresalían dos zurrones de aspecto tumefacto, violeta tornasolado, que daban la impresión de que me habían moldeado el rostro con un puño americano. Consultada la experta, me recomendó un lapicero con efecto polar que si bien no quitó la inflamación, modificó el color hasta tener el dorado aspecto de las mollejas a la parrilla. Cambié de vida pero no de amigos y sistemáticamente, cada vez que daba a mi cuerpo macarena, necesitaba retocar mis ojeras con las mismas pinceladas que utilizó Velázquez para pintar las meninas.

De ahí pasé a los párpados que necesitaban un persianista que les arreglara la cuerda porque aquello no subía del todo. Más tarde me hice adicto al colágeno, y uso retinol para la papada que tiende a descolgarse como un geo haciendo rapel. Ya tengo más potingues que mi mujer y tardo en aviarme por las mañanas el mismo tiempo que Sara Montiel, o más, que ella usa espátula.

Hace unos días, alguien me preguntó la edad y, yo coqueto le respondí que cuántos me echaba. Ytantos, me dijo. Coño, me acertó de lleno.

No se si el tipo era miope, tonto o lo hizo por joderme. Pero si actuó de buena fe, yo me pregunto. ¿Quién me mandaría a mí empezar a utilizar cosmética masculina? Lo que queda claro es que, si tu cara no es como el desierto del Gobi, no empieces. Son más peligrosas que las drogas, necesitas cada vez más, de mayor precio y no hay clínicas de desintoxicación.

PD. Si a alguien le han regalado alguna de biotherm o clinique y no piensa usarlas, ruego me las done, que estoy bajo mínimos y con la cuesta solo me da para las de mercadona, y esas ya no me hacen efecto.

domingo, 21 de diciembre de 2008

CARTA A LOS REYES MAGOS

Queridos Reyes Magos:

No sé si he sido bueno pero estoy seguro de que no he sido malo. Al menos, no tan malo como para merecer que se me indigesten de nuevo los mazapanes o que se me clave la espina del traidor besugo en el paladar. Estas navidades seguiré besando empolvadas mejillas y daré fofos abrazos de compromiso con el mismo sentimiento que me provoca Manolo Escobar cantando el carro, el refrescante aliento que deja el colutorio mentolado, el habla cadenciosa del vendedor de coches usados y en los ojos, la chispa a medio gas del descreído que piensa que los deseos de paz, que estos días todo el mundo pregona, no son otra cosa que el detergente estribillo que limpia conciencias y alivia cargas, como una confesión preventiva sin ánimo de enmienda en que la canción que se canta es una repetición interminable vacía de contenido.

No soy un apasionado de estos días. Las enormes familias reunidas en torno a la mesa una vez al año, pueden pasar el resto del tiempo sin más unión que una llamada de compromiso por el cumpleaños del niño y no se encuentran con los otros, salvo en los funerales o en el notario para repartir a cuchilladas de chaira, las cuatro perras que dejó el viejo. Prefiero las reuniones imprevistas, las que surgen del deseo de compartir sin otra excusa que la morriña redundante y la fuerza del cariño, ésas que te arrastran irremediablemente a viajar para pasar unas horas y en las que disfrutas igual de una centolla preñada que de unas alubias con oreja, un glorioso vino que una frasca de clarete donde lo importante es disfrutar de la compañía y no del avituallamiento.

No voy a pedir nada para mí, suficiente me habéis dado, pero si vuestra generosidad me permitiera un exceso, les ruego tomen nota:

A los que han hecho de mi blog algo importante en mi vida, que me leen y a quienes leo, gente a la que aprecio de veras, me gustaría poder darles personalmente un abrazo hondo para mostrarles mi admiración y demostrarles que el cariño virtual ha dejado de serlo y se ha convertido en una realidad que ilumina mis tardes y despeja de pesadillas mis noches. También desearles de corazón, paz y trabajo.

A otros que me leen y aprecian mi trabajo pero no dan señales de vida. Para ellos, la promesa de que seguiré intentándolo, bien en la versión instigadora que algo me cansa o en otro perfil diferente. Escribir se ha convertido en un desahogo y mis historietas son parte de lo que fui, algo de lo que soy y mucho de lo que me gustaría haber hecho y ahora es imposible. A todos vosotros, gracias por la fidelidad y que la vida os trate a cuerpo de rey.

A todos aquellos que habéis decidido donar vuestros órganos para que un tipo como yo esté coleando – si, eso también - mi más profundo agradecimiento y sincera admiración. A aquellos que habéis incluido en vuestro blog el enlace de la O.N.T, triple ración y a la familia desconocida que me devolvió la vida, sabed que os llevo en el corazón y todos los días rezo por vos una plegaria a mi Dios, ese individuo accesible, sin barba ni sudario, que me escucha cuando le necesito y me hace la seña de duples cuando me desvío.

A los demás que forman parte de mi vida podré hacerlo personalmente.

Por último, una petición especial. Conocen a Jorge, uno de mis sobrinos que pronto cumplirá 3 años, ése que se enamoró de la música en un concierto de Merche y que nos ha hecho odiarla de tanto repetir sus discos; el que sube al sofá con una linterna a modo de micrófono y canta de memoria las canciones con la lengua estropajosa de un sapo; el niño que canta del loco el canto, ha pedido a vuestras majestades un escenario con luces. Aunque le hemos dicho que los Reyes no disponen de semejante material, él, en su interior, confía en su magnanimidad y espera ansioso su regalo. En el caso de que la magia que poseen haga posible su apasionado deseo, recuerden que el piso donde vive es de setenta metros, no vayan vdes. a regalar alguno desmontado ya de los cines de la Gran Vía porque no cabe.

Sigan repitiendo, aunque les amuele el reúma y estén hartos de regalar gilipolleces.