jueves, 31 de mayo de 2007

EL GARITO AL QUE VOY

El bar Wiomin es como su nombre indica mitad español y mitad americano. Un día le pregunté a Senén, el dueño, como había elegido un título tan lejano en la distancia. - Leí una novela de Marcial Lafuente Estefanía, me gustó y cuando cogí el traspaso, se lo puse. Antes se llamaba El Estudiante pero como los que vienen están casi todos jubilados, el nombre me parecía de chiste y lo cambié. Un nombre bonito de la pradera americana, toda llena de indios. - Vale Senén, ponme una sin. Si le dejo continuar me cuenta el asalto a un fuerte o un atraco a una diligencia.

El Wiomin no se parece al ambigú del Palace. Se asemeja más bien a un bar viejo de pueblo con estanterías catetas, carteles grasientos, varias fotos del dueño con famosos desconocidos, una máquina tragaperras que solo admite monedas de uno y dos euros, pero te paga los premios de veinte en veinte céntimos, una cocina virtual, porque nadie la ha visto nunca abierta y un baño minúsculo con la taza en diagonal porque no cabía de otra manera y donde el deporte más arriesgado es sentarse, no por la falta de higiene, que también, sino porque la postura que hay que adoptar puede ser motivo, al intentar levantarse, de graves lesiones de tan angosto y malparido que es el retrete.

La media de edad de los habituales es de 70 años, por lo general mal llevados lo que provoca frecuentes bajas temporales y algunas definitivas, como es el caso de Paco el Paleta, recientemente fallecido de un fallo multiorgánico que se lo llevó a la tumba en 48 horas. Nos sorprendió a todos la noticia, no por el óbito en sí, que eso estaba cantado desde hace años, sino por el motivo de la muerte. Todos pensábamos que por el aspecto de su cara solo le funcionaban dos órganos: La cabeza, lo justito para jugar al tute y el corazón para distribuir los 4 litros de vino que se metía todos los días. Decía Felipe el Platero. Joder.. fallo multiorgánico, eso es imposible que yo le he visto la chorra muchas veces y os aseguro que solo tenía un órgano, no múltiples. Venga Felipe tomate un chispazo y no jodas que está todavía de cuerpo presente. De cuerpo si, pero de mente seguirá tan ausente como siempre, si le tiene que durar la borrachera. En fin, no somos nadie y menos en el Wiomin.

No es precisamente un lugar demasiado limpio, solo lo justo para que no se lo cierre la inspección de sanidad y eso porque mandan a un inspector que perdió el olfato en un accidente. Teodora, la mujer de Senén es la encargada de la limpieza. Mujer ceñuda y de aspecto cerúleo, boca grande y bigote poblado. Hace la vida imposible a su marido como si fuera una profesional de la mala leche. Le regaña en público constantemente, se cisca en sus muertos, le urga la caja y se apodera del bote. También bufa, buf, buf, buf, como si resoplara. Los del bar la llamamos la bruja bufadora con su escoba siempre por renovar y la bayeta verdeoscurocasimugre que sujeta en sus manos de vieja zorra.

Pienso que es por ello que Senén no cierra nunca el bar, ni vacaciones ni fines de semana, ni fiestas de su pueblo. Cuando ella se va para no volver hasta el día siguiente puede respirar tranquilo, tomarse unos vasos de vino y mirar con la engañosa lujuria del que tiene el langostino caducado, a la chica del As.

La parentela del Wiomin se compone de personas de una categoría humana del tipo clase C. Casi todos honestos jubilados, no porque sean de naturaleza honrada, sino porque no encuentran las fuerzas o los medios necesarios para delinquir sin que los pillen. Todos menos uno, estafador confeso y convicto, en sus tiempos gran falsificador y mejor carterista al que el Parkinson le ha dejado un tembleque que le imposibilita jugar a las cartas sin que las desparrame por el tapete y que utiliza pajita propia que trae de casa y con la intenta atinar en el vaso para beber el vino que sorbe con un ruido parecido al de un lavabo casi atascado. Y es que en el wiomin no hay pajitas para que beban los niños su fantita de naranja, porque nunca entran niños.

Hay muchos personajes interesantes en el Wiomin. En otro momento os contaré algo del ya mencionado Felipe el platero, de D. Florencio Reales, el único parroquiano al que se llama de Vd, de Raimundo Pita Velarde Gómez de nosequeleches y algún otro. Gente de andar por casa que tocan los cojones en el bar porque si los tocan en casa les echan..de casa.

1 comentario:

maría mariuki dijo...

Menuda fauna. Tiene buena pinta esta historia, voy a leer la segunda parte.