La grandiosa herramienta Google Analytics me ha proporcionado momentos de gozo. Entre sus secciones hay una a la que no había prestado atención, Palabras Clave, y es esa que nos dice qué palabras o frases que la gente escribe en los buscadores, han dado como resultado una visita a mi web. Si antes creía que los robots de búsqueda eran como secretarias tontas que lo anotaban todo, ahora mi opinión es que además están programados por un sádico.
Este post no pretende la mofa del usuario que, curioso o preocupado, plasma el motivo de su consulta con frases sorprendentes, sino dar respuesta a su inquietud, ya que dudo que la visita a mi sitio le haya aclarado algo. Comencemos pues con algunas.
Echar a hostias al inquilino moroso.
Querido peticionario, no me parece una solución civilizada. Existen los juzgados que se encargan de ello sin violencia, pero, si tu ira te ha sobrepasado, si has agotado tu paciencia, si de verdad quieres machacarle, ¿has probado la carta bomba? Es, sin duda, una solución mucho más …fulminante. Eso sí, probablemente nunca cobres la deuda pendiente.
Cura empalmado en la sirena.
Parece un jeroglífico pero no lo es. La frase es directa, no caben interpretaciones. Una mente enferma, después de probar todas las variantes sexuales, solo se excita con clérigos y seres mitológicos. Este preclaro cerebro se pregunta, con razón, qué haría un cura empalmado ante la visión desnuda de una preciosa sirena; dónde encontraría el orificio del placer. Mi sugerencia, que busque por la zona de desovar y que lleve una herramienta de pescadero para quitar escamas, que en las sirenas son muy recias, no vaya a sufrir daños en el fistro y más en el caso de un cura, que al serlo, se le supone ha tenido poco uso y la tiene sensible. Si no te satisface la respuesta siempre queda la castración a tijera de podar, con la que se irán las calenturas y te podrás dedicar, ya sin furores, a hacerte un hombre de provecho.
Jugar al tute con Sara Montiel.
He llamado a Antonia a su casa museo de Campo de Criptana y me ha confesado, sollozando, que dejó el tute subastao hace años porque le llevó a la ruina. Me ha dado un mensaje para ti. Si eres alto, moreno y preferiblemente Cubano, te propone jugar al matute, haciendo ella de sota de copas y tú de caballo de bastos. No lo entiendo pero ahí queda.
¿La piña estriñe?
En la radio sale un pavo que se hace llamar Doctor Tocavens o similar que habla mucho de nutrición. No he conseguido su número, pero he descargado de la mula un pdf muy interesante que se llama “anal ananas”. En el capítulo 133, en la sección “Artilugios” explica detalladamente como tallar a cuchillo un consolador con una piña verde aprovechando el tallo leñoso del interior. Si bien no aclara si la ingesta de piña estriñe, podría valerte como desatascador en caso de que no pudieras obrar convenientemente. En cualquier caso y basado en el sentido común, me atrevería a afirmar que la piña estriñe, y mucho, si se consume con cáscara.
Fotos pezones Tamara de Borbón.
No conozco a dicha señorita ni poseo fotos suyas, pero si consigues algunas y los tiene bonitos, no me importaría echarles un vistazo.
Negritos de la perla para la virgen de la puerta.
El mundo de Internet es fascinante. La cita pertenece a un poema que escribí cuando estuve ingresado un año en el frenopático por problemas de dislocación circunstancial del hemisferio sur, que no sabía que hubiera sido publicado. Para deleite de los lectores, perdonad la falta de objeto, pero es lo que tiene la enfermedad mental, os lo termino.
Negritos de la perla
para la virgen de la puerta
cachimbas de agua y saxofones mudos
para san josé en el zaguán
que espera al niño con los ojos tristes
porque tarda mucho para haber ido a sellar la bonoloto y seguro que anda echando un sermón a los fariseos.
Fotografías practicantes poniendo inyecciones en el culo a prostitutas.
Estimado inquiriente: te recomiendo encarecidamente que te pongas al día. La figura del practicante desapareció hace años, siendo sustituida por la del ATS. Eso demuestra que superas los sesenta y que en los juegos infantiles de médicos y enfermeras, sabe dios porqué, te relegaron a la denostada figura del practicante y eso te traumó. Seguramente tu prima no deseaba que le agujerearas el culo y ahora ahogas tus penas buscando fotos de prostitutas que se dejan hacer de todo por dinero. No me aclaras si las inyecciones son hipodérmicas o de empujón. Si en el cachete o en el mismo medio, pero, en cualquier caso, una visita al psiquiatra del seguro te haría mucho bien. No te arreglarán el episodio, pero unos ansiolíticos te dejarán una nebulosa suficiente como para imaginar que eres el dueño de un burdel y le pinchas el culo a todas las nenas los Viernes por la tarde.
Hay muchas más, sorprendentes como éstas a las que no doy curso porque tampoco doy crédito. Quizá algún día, bajo los efluvios de un buen pedo de vicks vaporub, pueda resolver los enigmas y torturaros con una segunda parte.
Para que no haya dudas, pongo a disposición de cualquier lector, el listado completo para verificar la autenticidad de las mismas.
lunes, 15 de diciembre de 2008
martes, 9 de diciembre de 2008
LAS CORRIENTES VAGABUNDAS

1970
Eloy tenía una finca y en ella una pequeña vivienda. Vivía de su pensión, lo que sacaba de la huerta, tres filas de nabos, cebollas para matanza, ristras de ajos morados y diez cerdos que engordaba con algarrobas y pienso. En una cabaña próxima, semihundido en la tierra, un depósito de propano suministraba energía para cocinar y calentar las dos habitaciones en las que vivía en la compañía de su perro Quin y dos gatos huraños. Hacía sólo cuatro años que la leña dio paso a la comodidad del gas. Ya no tenía que doblarse para echar troncos en la chimenea ni estar pendiente de que las chispas incendiaran su casa.
Llamó al distribuidor para rellenarlo de cara al invierno, pagó la factura y cuando la cisterna sobrepasó el paso a nivel de la cercana estación, notó un fuerte olor a gas. No le dio importancia porque supuso que la carga excesiva habría hecho saltar la válvula de seguridad que expulsaba algo del sobrante. En unos minutos el mal olor había desaparecido y Eloy, contento por no tener que preocuparse del combustible hasta Mayo, encendió un pitillo, tiró la cerilla sobre la tierra seca y pudo ver en una centésima de segundo cómo la tierra a sus pies se tornaba azul y mortal .
La explosión arrasó la finca y Eloy quedó como un guiñapo a los pies de un manzano con la ropa quemada y un rictus de sorpresa en su cara abrasada. Solo los zapatos parecían indemnes, como si hubieran corrido por su cuenta las decenas de metros que les separaban del lugar de la deflagración.
Los técnicos, después de estudiar concienzudamente el siniestro, dictaminaron que el depósito perdía gas porque se había podrido en contacto con la tierra húmeda, las sales y la materia en descomposición, pero cuando Eloy lo alquiló, le aseguraron que estaba protegido contra todo tipo de corrosión por un período de veinte años. Llegaron todos. Bomberos, policías, técnicos del seguro, se analizaron tierras y aguas, desguazaron la fosa séptica y no hallaron explicación. Fue un pastor de la zona el que avisó de que algo extraño sucedía en las tierras de alrededor; no había topos y a las ovejas no les gustaba los pastos de los alrededores aunque la hierba estuviera verde y jugosa. –Esta tierra está encantada, como si algo maligno corriera silenciosamente por debajo-
De esa superchería, solo por probar, se acordó conectar a tierra una serie de voltímetros y, aleatoriamente, sin más orden que el derivado del caos, los aparatos registraban una fuerte actividad.
Por fin se halló una explicación al desastre. Las vías de la vieja estación, a menos de quinientos metros, descargaban en el suelo la electricidad de la catenaria al contacto con los trenes, tensiones que deambulaban sin rumbo, corrientes vagabundas que alteraban incansablemente las moléculas de los materiales hasta perforar el acero más grueso.
2008
De noche, cuando la nebulosa del sueño da paso al estado de reposo absoluto, el dedo gordo de mi pie empieza a levantarse, como si la erección involuntaria cambiara de sitio. El tendón del empeine se endurece, se tensa y los músculos laterales de la pantorrilla empiezan a doler con la intensidad de una coz de búfalo. De inmediato me despierto, salto de la cama como si hubiera caído un rayo y piso con el pie contrario el dedo erecto para dejarle a ras de suelo, como corresponde a su naturaleza. Inútil, sigue tieso, desafiante en su altivez de enano cabrón, supongo que mareado desde la altura a la que no está acostumbrado. Deambulo cojeando por el largo pasillo entre alaridos, asiento el culo en el sofá para masajear la zona, aplico inútiles remedios calmantes y al cabo de un rato, tal como vino, se acaba el dolor y vuelvo a la cama donde duermo, ya acoquinado, hasta que vuelva el calambre en ese pié, o en el otro, que también, o no vuelva.
Hay días que me levanto hambriento, otros no puedo ni tragar. La rinitis que ahoga pañuelos a docenas, se seca sin más. El droguero se extraña de que no pase a comprarle y me busca por los bares por si algo malo me ha pasado. El estimulante café que me despierta y me anima se convierte de repente en una fuente de intranquilidad. La tensión arterial sube porque sí, porque le da la gana. El colesterol malo, habitualmente a raya, tiene temporadas de libre albedrío y maneja las cifras a su antojo hasta tener dos asteriscos en la papeleta de la analítica o baja a niveles preocupantes. Mi carácter risueño se torno hosco algunos días y me vuelvo insoportable hasta para mi. El deseo pasa de ser un anhelo feroz a desaparecer por semanas.
Los médicos han aventurado muchas teorías, todas falsas. Potasio alto, falta de cinc, exceso de cloro, alteraciones del tiroides. Yo sé lo que me pasa. De pequeño metía los dedos en los enchufes, chupaba las pilas y por aquello del inquietante cosquilleo, ponía el prepucio en las pistas del excalextric. Debo estar repleto de corrientes vagabundas.
viernes, 28 de noviembre de 2008
EL VIJILANTE

Jenaro Jeringa al aparato. Esta vez no ha sido fácil convencer al Instigador para que me ceda su espacio. Accedió cuando le dije que había cambiado de profesión ya que en el centro de día se había planteado un ERE al que me acogí gustoso, pillando algunos monises y unos meses en el paro del que me han sacado por huevos. Ahora ejerzo de vigilante en una obra donde la misión es evitar que los cuatreros me despabilen los ladrillos, yesos, aperos y sanitarios que, depositados al socaire tras un muro de ferrajes, descansan a la vista de sacres y mecheros que los rapiñan en un tris y te apiolan con una fusca del ventidós si te pones gallo y les haces frente. Nada de eso, que la paga no da para jaquetones y la única herramienta que me dan para el curro es una porra de manguera flácida que no haría daño ni a un borrego recién esquilado y una linterna de petaca que alumbra lo justo para abrir latas sin sajarme los dedos y con la que llego a distinguir si los bultos del fondo, son dos pomelos o las tetas del poster, cuando la pila es nueva.
En una zona industrial, donde las naves han dado paso a los edificios de apartamentos, las obras se reparten por doquier y todas ellas tienen su guardia. Cuando vi que yo era el único que no era gitano y eso podría colocarme en desventaja, me pasé con el autobronceador, dejé que las patillas me llegaran al gaznate y coloqué, cual torero, un largo mechón de pelo amarrado con cola de carpintero que me da el aire de uno más de esa etnia de tocadores de maderas, palmas y cojones, que viven en las casetas de chapa con la alegría de un bombo en Semana Santa, con sus fuegos a la puerta y la plasma a todo trapo.
Me inventé una identidad inconfundible, - Salazar – y me hice pariente en un minuto, del Cigala, de quién me sé algunas coplillas que me niego a tocar o palmear porque en aquel accidente se me quedó la mano tonta, no vaya a ser que por gil me descubran lo payo y se me joda el invento. El habla no es problema porque, siendo mi padre de Cádiz y simulando una ganga gutural que me sale fetén, chamullo una jerga imposible que les da pena y me dan palmadas en la espalda, tranquilizándome, y me invitan a buches de tinto para aclarar el habla y despertar el entendimiento. He llegado a tal compadreo que paso más tiempo en el bar Pilichi que en el tajo, porque me vienen a buscar, me sustituye alguno de sus churumbeles y todo está en orden, que para eso somos todos de la familia. Empiezo algunos chistes que nunca termino, porque se deshuevan de la risa y dejan rondas a deber hasta que el capataz llega con el sobre, el treinta, liquidan la cuenta y vuelta a empezar.
El gilipuertas de mi hermano, que es picoleto, pasó el otro día a saludarme vestido de oliva y con la luminaria del coche encendida. En dos minutos se me llenó la obra de paisanos mirando por la valla, sin atreverse a entrar, que los civiles son el demonio, y en un acto de compasión, después de echar yo un dospapeles y él una mano de birras, apesadumbrado por mi aspecto y comprendiendo mi drama , salió escopetado, como jiñado de la jindama ante un gitano de tronío que no se arredró ante el tricornio, y de esa manera me convertí en un ídolo.
Mis parientes aplaudieron y me ofrecieron un homenaje por todo lo alto con botellas de cava, rumbas y bulerías. Incluso Moisés, el patriarca, arrancó por peteneras, se trabucó con la dentadura postiza al punto de penetrarle en el coleto y ante el espanto general, no tuve más remedio que meter los dedos para que no se ahogara, pobre de mí, que ahora llevo vendados por lavarlos inmediatamente con aguafuerte.
Para mayor realismo, inspirado en un cuadro que vi en el MOMA, he colgado un cartel que aclara la procedencia, profesión y no he puesto que tengo canes salvajes porque los chuchos que merodean tienen menos carne que dientes, se tiran al pan como si fueran torreznos y se les pone cara de idos cuando huelen un pellejo de chorizo. Las obras están paradas pero seguimos cobrando, no sé hasta cuando, y si nos quedáramos en el paro, siempre habrá algo que vender, que de material está esto lleno.
Si pasan, no duden en llamar. Se aceptan presentes en estado líquido con tendencia a la evaporación, que no llegará al caso, o sólidos de fácil combustión que se puedan liar con papelillo. Por razón de camuflaje perfecto, aceptaría en préstamo un mercedes grande o una furgoneta de gran tonelaje con capacidad para varios quintales de fruta o un muestrario completo de fajas de temporada. Imprescindible con gran aparataje musical.
Esto es vida y no la que me dieron los viejos.
Feliz Navidad a todos.
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