martes, 11 de diciembre de 2007

EL e-LEARNING Y LA MADRE QUE LO PARIÓ

Tengo una deuda pendiente con mi currículo. Pesa en mi conciencia no haber hecho un curso de postgrado y al fin me he matriculado. Hoy han llegado a mi queli los libros y cedés del primer cuatrimestre que empezará recién inaugurado el 2008 y me he quedado de plástico. Un cajón monumental que supuse era una palangana de Limoges del siglo XVII que compré en ebay, resultó un quintal de papeles encuadernados con títulos inequívocamente formulados para que, antes de empezar, esté maldiciendo el hecho de haber acoquinado la pasta en un solo viaje.

E-Learning y Teoría del Aprendizaje Constructivista en las Disciplinas Informáticas: Un esquema de ejemplo a aplicar.

Este es el título del primer tocho, eso sí, en castellano, porque muchos de ellos están traducidos a un perfecto inglés, que aunque lo chamullo con una cierta gracia, no es igual pedir un filete de bisonte en Queens que meterte para el cuerpo una materia espeluznante en el idioma de Sam, el tío del gorro.

Me gusta la enseñanza y viví de ella varios años recorriendo España en una gira agotadora que soporté, no por la vocación, que no la tenía, sino porque podía pecar en el más amplio sentido de la palabra, desaparecía de los lugares en plazo breve y estaba muy bien pagado. Llegué a elaborar unos manuales donde mezclaba la sencillez con el atrevimiento y creo que esos años fueron los más creativos de mi vida profesional.

En mi faceta de “consultor” – si te llamabas profesor no cobrabas ni la mitad – solo ponía una condición. Los hoteles en los que me hospedara deberían tener servicio de habitaciones a cargo de la empresa contratante porque me llevaba mucho tiempo preparar las clases personalizadas a cada grupo, cuando en realidad me servía para comer algo cuando aterrizaba de madrugada contentillo, algo sudoroso y hambriento. Solo me ponía una prohibición. No ligar jamás con ninguna alumna. Cierto es que lo cumplí a rajatabla excepto en una ocasión que, sabiendo que no seguiría en eso mucho tiempo, me encandiló una moza que desposé al cabo de los años.

Todavía no se porqué he elegido hacer un master en e-learning. Quizás porque piense que la formación a través del ordenador es el futuro inmediato o porque en aquellos tiempos no tan lejanos encontré un trabajo que me hizo bastante feliz. El caso es que aquí me hallo, con las neuronas en coma flotante y la unidad aritmético lógica en pleno cortocircuito.

Tengo dos opciones: intentarlo de verdad o dejarlo, con el correspondiente rapapolvos de mi madre que me advirtió que ya no tenía edad para estudiar leñes de computadoras.

Me estoy animando. Les hincaré el premolar a los libracos hasta que les salgan los bytes por los cancañales. Todo con tal de no oir a mi madre.

miércoles, 5 de diciembre de 2007

LA VERDADERA HISTORIA DE JUAN PIMIENTO

¿Sabes la historia de Juan Pimiento?
Que se fue a cagar
Y se lo llevó el viento.

Juan Pimiento nació en Calahorra (La Rioja) a finales del XIX. Si bien nadie duda sobre la certeza del hecho acaecido, la misteriosa desaparición del personaje no es achacable exclusivamente al acto corporal en si.

Está demostrado que Juan salió de casa con paso zambo, una mano en el vientre y otra clavada de canto entre las cachas balbuceando Uff, Uff ¡Que no llego!, ¡Que me lo hago!. A partir de ese momento, los cronistas de la villa solo disponen del testimonio de un herrero que creyó oir entre los resoplidos del fuelle un Ahhhh que interpretó como de alguien que hubiera quedado conforme con algo, de satisfacción inmediata o de alivio de algún mal.

Esa misma tarde, un viento huracanado azotó el pueblo tronchando árboles, derribando cabañas, esparciendo el ganado y las gallinas del tío Jacinto tuvieron su primera lección de vuelo acrobático con rasante sobre el claustro del convento, donde además de muchas plumas, perdieron la carga blanca que impactó con certero tino en el hisopo con agua bendita del señor obispo, que dibujó con finos trazos amarillos la blanca palidez de las novicias que se ordenaban ese día.

Pero no se supo más del desdichado Juan. El pueblo pensó que el tornado habría succionado su cuerpo llevándolo al averno de donde había salido para llevar la desgracia a sus habitantes.

J. Pimiento no sólo no falleció en el desdichado episodio sino que vivió una larga vida. Sencillamente, fue al encuentro de un remedio para su mal que no era otro que ese violento estertor intestinal, el retortijón traicionero ante el que no podía permitirse el lujo de esperar un mejor momento. Solo era capaz de aguantarlo unos segundos o varios metros de atropellada carrera, por lo que era habitual que descargara antes de encontrar un lugar adecuado y mancillados su honor y sus pantalones , iba a casa maldiciendo su suerte mientras sufría el escarnio de sus vecinos que cantaban con malicia.

Juan Pimiento se ha cagado.
Huele mal el malandrín,
sucio, pobre y malhablado.

Aprovechando la confusión que reinaba en el pueblo, cogió un borriquillo y anduvo muchas leguas, parando solo a comer y dormir con la esperanza de hallar un lugar donde sanar de su mal y conseguir un empleo con el que procurarse sustento.

Tenía previsto llegar a Barcelona, pero las fuerzas le fallaban. El asno cojitranco rebuznaba de dolor como si tuviera clavada en el alma la espina que le atravesaba la pezuña y la insistente punzada en el vientre hacían del viaje una pesadilla, pero Juan caminaba confiado porque por primera vez en su corta vida nadie se mofaba de él.

Faltaban algunos kilómetros para llegar a destino, cuando su salud se quebró y tuvo que ser atendido en el hospital de misericordia de un pueblo llamado Rubi. A las pocas semanas, completamente restablecido, recogió al rucio en su establo de luna y partió de noche con la intención de llegar a destino con las primeras luces de aquel diciembre raso y polar.

Caminaba por el sendero polvoriento, y a la vera su compañero le topaba con el hocico en el brazo, como si quisiera advertirle de algo, hasta que se paró. Juan tiró de él con fuerza inútil y se quemó la mano con la áspera cuerda de esparto del bocado. Fue en busca de un palo largo que hiciera de fusta y fue entonces cuando vio una enorme luz encima del pueblecito, una estrella refulgente que le cegó durante unos instantes. Montó y su cabalgadura galopó como un corcel buscando el origen de aquel fulgor.

Llegó al pueblo y encima de un establo la gente se arremolinaba en torno a una pareja de jóvenes que miraban a un recién nacido rechoncho y sonriente. Una de las vacas se acomodó a la derecha y un hermoso buey lo hizo a la izquierda para procurarle al rorro algo de calor en esa noche helada. Juan sentía una profunda sensación de paz y amor. Habría permanecido allí para siempre cuando sintió la necesidad que tan infeliz le hacía. Salió corriendo pero no llegó muy lejos. Allí, en cuclillas, pudo ver a unos señores extraños, con uniforme azul y dorado, conductores del primer ferrocarril de Cataluña, que adoraban al pequeño y le entregaban presentes, mientras la multitud llenaba las calles del pueblo atraídos por el extraño fenómeno.

Juan Pimiento decidió establecerse allí y aunque nunca se curó de su mal, fue un hombre querido y respetado en aquella pequeña localidad catalana y todavía en su memoria se utiliza en los nacimientos de la comarca la figura entrañable del caganer.

jueves, 29 de noviembre de 2007

UN CUENTO CHINO

No es cierto que mis relatos los escriba un “negro” contratado a tal fin, pero reconozco que tengo en nómina a un chinito vietnamita que me corrige el estilo y proporciona a mi fofa prosa el verde antipirético del arce de las montañas, el estimulante poder del ginseng rojo y el tono multicromático de las orquídeas salvajes. Jochimín, que así se llama mi pequeño estilista ha entrado en un estado melancólico, quizá algo depresivo porque piensa que le estoy engañando con el salario y que merece una mejora sustancial en sus emolumentos.

Pienso yo que el pago no es escaso pero tal vez debería cambiar la divisa en que le remunero y darle euros en vez de guanes de su país, con los que en esta españa cañí y atrasada no puede comprar el kilito de arroz SOS ni las bolsitas de te jazmín que tanto le gustan. Está claro que la occidentalización del proletariado asiático ha cambiado su perspectiva vital y pretende chantajearme diciendo que el arroz partido que le proporciono gratis total, habitualmente usado en la alimentación de nuestros queridos canes, se le queda blando al cocer y hace imposible la difícil empatía comida-palillos necesaria para su alimentación.

Le propuse la cuchara como remedio a sus males y le hice una demostración de uso tomado de su cuenco algo parecido a un arroz con leche desvahído, algo así como una "ratau perifoie" albina que pudiera servir, tanto de alimento en el corredor de la muerte donde no prima el aspecto ni la nutrición, como para sujetar dentaduras postizas. No tenía mala pinta y decidí, en aras a que entendiera su funcionamiento, introducirlo en mi boca. Al instante comprendí el significado de la frase “purga de benito”, aún desconociendo quien pudiera ser el susodicho individuo. Mi querido Chimín se negó en rotundo a utilizar artilugios cóncavos para la manduca porque podría cabrear a algún dios pagano, tan tiquismiquis ellos.

Es por ello que le he propuesto que escriba un breve relato, bien remunerado con los beneficios que adsense proporciona y que se repartirán a diez-noventa. Diez por ciento para el creativo y noventa para mí por el gasto que me supone contratar el oneroso espacio web que pago y que me deja la cuenta como una sucesión de conjunciones copulativas. Ni euros Ni dólares Ni puñetas.

Os dejo en manos de Jeremías Guaa, su nombre artístico en Español. Solo Buda sabe porque eligió tan profético nombre.


课•程•背•景前

人员,是客户了解我们最初的窗口,其言行举止与综合素质,将是公司形象直观
前台接待礼仪看似微不足道,实则十分重要,但现实中,绝大多数前台人员没有
练,将无法从全方位角度认知自己工作的重要性;在所从事的工作中感觉缺乏理论支持;工作中总是被动行事,不能主动掌握工作节奏;想努力提升工作的效益,但却不知从何处下手,如
何节省;这些都是每个前台人员所面对与困惑的,如何把握正确方向从而迅速提升自身职业素 养,成了我们必须面对与解决的课

Como podéis observar cada línea consta de dos hemistiquios marcados por una fuerte cesura, en cada uno de los cuales hay dos sílabas tónicas separadas por dos átonas. Esta estructura acentual tan marcada hace que el escritor deba en muchos casos modificar la sílaba tónica de algunas palabras, según las figuras retóricas de la sístole, utilizando una lengua literaria que se desvía de la natural.

Dada la concisión y su evidente valor literario ruego a los lectores que postuléis a Guaa como próximo premio Planeta. Hemos firmado un contrato en el que le pagaré, si gana, cien mil europesos mejicanos que me sobraron del jonimun cuando Cancún tenía solo un hotelito llamado Hostal Los Tórtolos.